La campaña comenzó con un susto: lamprea a cien euros la pieza, cuando se abrió la campaña en el río Ulla. Pero ahora parece que la cosa se va normalizando al integrarse también la temporada del Miño. Los ríos van llenos y ya se sabe lo que dice el refrán portugués: “ano de cheias, ano de lampreias”.
Aunque la lamprea, en el Miño solamente llega hasta Frieira, porque allí la presa del último embalse pone punto final a su viaje por padre ded los ríos gallegos, es posible comerla en muchos restaurantes de la provincia de Ourense, comenzando por la capital. No son pocos los que en temporada se aplican a la elaboración de las recetas tradicionales como a la bordelesa, o en empanada. Lo mejor en caso de tener interés, es encargarla. Otro tanto sucede en Vigo donde es posible degustarla al menos en tres o cuatro establecimientos con toda seguridad y alguno más si se encarga previamente.
Pero para quienes prefieren ir a la aventura, lo mejor es seguir el curso del Miño: Arbo, As Neves, Salvaterra… y en la otra orilla, Melgaço, Monção, Valença. En Vila Nova de Cerveira y Caminha también. La lamprea del Miño es la mejor. Las aguas algo embravecidas que se encuentra al subir el río a partir de Caldelas de Tui contribuyen a que su carne tenga una textura más consistente. La pesca se realiza con butrones en los pescos, en el lado gallego y con red en el portugués. En cambio, en el Tea, donde la campaña empieza este fin de semana, es la fisga la técnica empleada.
¿Y qué pasa cuando no hay lamprea? Además de pagarla más cara, hay que resignarse a la de importación, generalmente francesa. Como francesa es la receta primordial: a la bordelesa, guisada con vino tinto y su propia sangre, acompañada de arroz en blanco y unos costrones de pan frito. Pero hay que probar también los otros platos: en rollo con salpicón o ensaladilla, en escabeche, en empanada, o asada, una elaboración que se estila más en Portugal que en Galicia.
