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Fervor y gastronomía convierten julio en un mes de fiesta continua

Desde la fiesta de la langosta en A Guarda y el Pan de Cea hasta los carneros al espeto en Moraña el día 31, julio se parece más a la carta de un restaurante pantagruélico que a la hoja de un calendario. 

Los días son largos y Galicia, sobre todo la rural, casi desértica el resto del año, comienza a repoblarse con turistas y emigrados que regresan para disfrutar de las vacaciones con sus familiares y amigos, en la casa de la infancia o en la que han mandado construir para cuando llegue el día de la jubilación y el retorno definitivo. Las ciudades y los pueblos de Galicia no solo ponen el calor y el sol como atractivo para turistas y veraneantes. El santoral ayuda a darle un toque de color especial al mes en el que se celebran por todo lo alto fiestas patronales, romerías y fiestas gastronómicas en una sesión continua  y que hace realidad el dicho de que la nuestra es la tierra de las mil fiestas.

El calendario de las grandes fiestas urbanas lo abrió Ourense con un programa que se extiende hasta el primer domingo de julio. La siguiente será el Apóstol, en Santiago. Vigo, Pontevedra y A Coruña coparán buena parte del calendario del mes de agosto.
Pero entre tanto, San Cristóbal, San Benito, la Virgen del Carmen, Santa Cristina, Santa Ana y Santa Marta y el resto de sus compañeros de santoral, mantienen la música de las verbenas a plena potencia, las brasas encendidas para dorar las sardinas y el chisquero prendido para lanzar las bombas de palenque antes de la procesión y los fuegos artificiales cuando llega la noche y el cielo se viste de colores.

Y es que las fiestas del verano aproximan al vecino con su barrio e invita a los otros a acudir a su verbena. Eso explica que mientras Vigo aguarda al mes de agosto para sus fiestas, entre las procesiones del Cristo de la Victoria y la de su patrona Santa María, en Coia se celebren las fiestas de la Consolación  en la primera semana de julio, famosa por sus grandes actuaciones musicales, y las de Bouzas, famosas por sus fuegos artificiales, en torno al tercer domingo del mes, una vez que cerró la procesión del Cristo de los Afligidos. O que en A Ponte, en Ourense, sea el Apóstol Santiago quien recorra las calles antes de que la verbena y los fuegos se esparzan por la margen derecha del Miño.
Y para quienes dicen que el verano no es buen tiempo para comer marisco, las fiestas de la langosta en A Guarda,  del Percebe en O Roncudo o de la Cigala de Marín demuestran que, aquí en Galicia nada es imposible ni nunca es mal momento para comer. 

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