LA REVISTA

El final más cruel

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photo_camera Marco Licinio Craso.

Marco Licinio Craso lo fue todo en los estertores de la República romana, alcanzando la más alta magistratura, el consulado, y siendo proclamado "Imperator"

 

El nombre de Craso está vinculado a dos hechos que han dado lugar a libros, películas e incluso series de televisión: la derrota de Espartaco y su ejército de gladiadores y esclavos, y su participación en el llamado Primer Triunvirato al lado de dos pesos pesados como Pompeyo y Julio César. Marco Licinio Craso era rico. Tan rico que era capaz de armar por sí solo una legión y equiparla para la guerra, lo que le valió para recibir el reconocimiento del Senado de la República y conseguir todos los poderes necesarios para acabar con la rebelión de Espartaco, que consiguió encabezar una tropa de miles de personas deseosas de libertad. Finalmente, tras varias victorias, Craso logró derrotarlos con la fuerza de sus legiones.

A  continuación crucificó a los supervivientes a lo largo de la Vía Apia, que daba acceso a Roma, como muestra de su poder. Antes había hecho alarde de su disciplina de hierro al ordenar la “decimatio” (diezmar) en una cohorte que se había retirado de la batalla: uno de cada diez legionarios fueron muertos a palos por sus propios compañeros, recuperando así un castigo brutal que había quedado olvidado desde hacía más de 20 años, en tiempos de Mario, el tío de Julio César.
Además de ser el más rico de Roma, también tenía sed de poder. Lo logró forjando una alianza privada con Pompeyo y César mediante la cual los tres hombres –eso significa triunviro- se comprometían a apoyarse mutuamente. El experimento, pese a realizarse al margen de la Constitución romana, funcionó muy bien durante un tiempo, y en efecto, se repartieron el pastel tanto en la Urbe como en las provincias. Todo se vino abajo cuando los triunviros comenzaron a conspirar entre ellos por el poder absoluto: Cesar se quedó con todo y fue el final de la República. Aunque históricamente el primer emperador sería su sobrino-nieto y sucesor, Octavio Augusto, Julio César ya se comportó como un autócrata.


¿Y Marco Licinio Craso? En el reparto de áreas se quedó con Oriente y desde allí decidió iniciar la conquista del imperio parto, que rivalizaba en poder con el romano y se extendía desde Mesopotamia hacia la India. Otros lo intentarían más tarde y todos fracasaron salvo Trajano, que llevaría las águilas romanas hasta el confín de la tierra, aunque no pudo alcanzar la India, como quería, al tener que regresar con rapidez al Mediterráneo. Craso alistó siete legiones y con ellas se adentró en la tierra de los partos, que le esperaban, aunque antes se dedicó a saquear las ciudades y acumular un tesoro enorme que trasladó a Siria, donde estaba la sede del gobierno regional romano.

Finalmente, en 53 antes de Cristo, tras cruzar el Éufrates con 50.000 hombres, buscó batalla en Carras, con un resultado devastador. Una legión fue capturada casi íntegra y trasladada al interior de Partia, cerca de India: es la llamada “legión perdida” que habría dado lugar a una historia no del todo confirmada sobre la presencia romana en China. Los estudios de ADN confirman que es posible.
Craso fue capturado a traición por sus enemigos, con lo que creía que podría alcanzar un compromiso. Tenía 61 años. Sufrió un castigo terrible: conocedores los partos de su sed de riqueza, le introdujeron oro líquido por la garganta. Tras su muerte, su cuerpo fue descuartizado y su cabeza y la mano derecha fueron  llevadas al rey parto como homenaje.  

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