Laura Méndez, el futuro del Ribeiro en femenino

Hace ya veinte años que Laura Méndez Gil (Ourense, 1977) está metida de lleno en el mundo del vino. Aunque su intención era que su trabajo en la bodega familiar tuviese una duración limitada y llevar su andadura profesional por el campo del derecho (estudió derecho comunitario en Madrid y se especializó en la Sorbona), acabó volcándose de lleno en el proyecto iniciado por su abuelo hace tres cuartos de siglo y continuado por su padre. Hoy encabeza la tercera generación al frente del Grupo Reboreda Morgadío, con una bodega en Rías Baixas (Morgadío) y la segunda bodega del Ribeiro (Reboreda) en volumen de elaboración y una de las más veteranas de la denominación de origen con más historia de Galicia. ¿Vivió de niña la experiencia del negocio familiar? Así es. Sobre todo el mundo de las ferias, porque a mi padre le gustaba que fuésemos con él toda la familia, si era posible. Recuerdo, de pequeña vivir esa experiencia en ciudades como Gijón, Oviedo, Málaga… ver a la gente que llegaba, preguntaba por nuestros vinos, los probaba… Recuerdo aquello como una experiencia muy bonita. Cansada, porque las ferias cansaban mucho, pero muy bonita. También percibía la pasión con la que mi padre vivía ese trabajo. Pero no se sintió contagiada por esa pasión Me gustaba el mundo de las letras y me sentía muy atraída por el campo del Derecho porque entendía que te daba una formación muy completa que luego te permitía afrontar muchos retos profesionales. Fui a Madrid a estudiar derecho comunitario con esa idea y además te obligaba a dominar dos idiomas. Yo escogí inglés, que ya había estudiado, y francés. Luego estudié un año más en París. Para mí fue una experiencia muy gratificante y me dio muchas herramientas para emprender mi futura actividad profesional. Pensaba en ejercer la abogacía, preparar unas oposiciones, desarrollar mi labor en el campo de la asesoría jurídica… ¿Y la bodega familiar? La verdad es que no estaba dentro de mis planes trabajar en ella. Al terminar, regresé a Ourense y me incorporé en la bodega, con el fin de echarle una mano a mi padre y a mi hermana en aquel momento, pero pensando en que sería algo temporal, nada definitivo. Empecé, como es lógico, aprendiendo de todo, participando en tareas donde más hacía falta. Incluso fui a alguna feria internacional. Así que recuerde, de las más importantes fue una en Burdeos. La verdad es que haber estudiando idiomas, haberme movido por Europa, me fue de mucha utilidad en esa labor. Por otra parte, yo me sentía muy amparada. Por suerte, aquí contamos con un equipo humano extraordinario y me enseñaron tanto que se podría decir que es como si hubiese estudiado otra carrera aquí, formándome con gente que estaba muy preparada. A principios de este siglo, ser mujer en el mundo del vino ¿No resultaba algo muy extraño? Es cierto. El mundo del vino era un mundo de hombres. Bodegas, distribución, exportación… éramos muy pocas mujeres, como si se tratase de una rareza, y claro, eso llamaba mucho la atención. Por suerte las cosas han ido cambiando en los últimos años y el papel de la mujer también se está normalizando en el mundo del vino. Pero todavía no se ha logrado del todo. Por ejemplo, la mayoría de los clientes que trato siguen siendo hombres, en hostelería, distribución. Por su formación jurídica el mundo de los trámites no le resulta ajeno, aún así, ¿sigue siendo muy complicado en el ámbito de una bodega, por ejemplo, para la exportación? Es un mar de papeleo al que hay que enfrentarse, es verdad. Me imagino que eso supone un gran hándicap para una bodega que empieza, porque, por ejemplo, si abres un nuevo mercado en un país determinado, sueles hacerlo con muy poco volumen, pero el papeleo es el mismo que si enviases una gran partida de vino. Entonces, resulta trabajoso para muy poco. Creo que esa es una de las asignaturas pendientes que tiene el ámbito de la exportación, disponer de herramientas que te faciliten esa tarea. Nosotros ya tenemos una importante presencia en los mercados internacionales. De hecho, hay días que todos los pedidos que salen de la bodega son para los mercados exteriores. ¿En qué países tiene más penetración el grupo? A día de hoy, Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Países Bajos, Canadá, Suiza… son los países con más presencia. Si hablamos de ahora mismo, los grandes envíos están saliendo, sobre todo, para Estados Unidos y Reino Unido. Y también estamos trabajando muy bien con Australia. Y es un país en el que no resulta nada fácil entrar. Familiar no es sinónimo de pequeña ¿Cómo es el grupo Reboreda-Morgadío? Como se puede deducir por su nombre, tenemos dos bodegas, Reboreda en el Ribeiro, en Toén, y Morgadío en la subzona de O Condado, en Rías Baixas, en el término municipal de Crecente, que linda con el Ribeiro. Reboreda tiene un volumen de aproximadamente millón y medio de botellas anuales, con lo que creo que somos la segunda de la denominación de origen. Y lo que estamos haciendo ya desde hace tiempo es incorporar viñedo propio a la bodega. Seguimos contando con viticultores que nos venden uva, pero buscamos también disponer de nuestras propias fincas para la realización de determinados vinos, como el Adeus, que acaba de ganar el Acio de Ouro en la cata de los vinos de Galicia, o la gama A Telleira, con vinos monovarietales de Godello, Treixadura, Loureira, Caíño blanco y Mencía, o el Telleira Parcelas, elaborado con Treixadura y Godello. Hoy tenemos un viñedo propio de 50 hectáreas, veinte alrededor de la bodega y unas treinta, aproximadamente, en Cenlle, en una única finca, que se llama O Formigueiro. Hoy por hoy, creo que es la finca más grande de todo el Ribeiro en una sola parcela. Entró por un tiempo que imaginaba corto y ahora está al frente de la bodega ¿Se siente cómoda? Sí. Es cierto que no eran mis planes, pero ya desde el principio me sentí muy a gusto. Trabajar con la familia y poder hacerlo con un equipo humano tan fantástico como el que tenemos es un lujo. Y a la vez, una gran satisfacción, saber que estás trabajando para dar continuidad e incluso mejorar un proyecto familiar que comenzó mi abuelo en los años cuarenta. ¿Habrá cuarta generación? Ya sabes lo que decía antiguamente de las generaciones en las empresas familiares(se ríe): la primera la funda, la segunda la expande y la tercera la hunde. Yo cuento con un apoyo que es para mí fundamental que es el de mi padre. Antes hablaba de su pasión y tengo que hacerlo también de su gran capacidad para afrontar los retos que cada vez son más difíciles. Tengo dos hijas, una de diez y otra de doce años. Me gustaría que ellas encarnasen la continuidad del proyecto familiar. Pero como madre, primero pienso en su felicidad y que encarrilen su futuro hacia donde ellas quieran. Tiene que ser, como sucedió en mi caso, una decisión personal.