La protagonista de este libro me gustaba tanto que no sabía si quería ser su amiga o ser ella. No había vuelto a pasarme desde “Californication”, donde siempre dudaba si quería ser amante de Hank Moody o ser el propio Hank
En cuanto empecé “Todo esto pasará” de Milena Busquets, supe que iba a escribir un artículo sobre el libro. Empecé a escribirlo un par de veces pero, de alguna manera, ese artículo no quería salir. Finalmente me di cuenta de que lo que sucedía es que el tema del artículo no era el libro.
Es curioso cómo, muchas veces, casi siempre – ¿siempre, en realidad? – los buenos libros no nos hablan de los temas que interesan a los que los escribieron, ni tan siquiera de los propios escritores, sino de nosotros mismos. De la misma manera – ¿o de una manera aún más obvia? – los artículos sobre libros jamás hablan de los libros que analizan sino de la persona que escribe los artículos.
¿Qué quiero yo contar en este artículo? O, lo que es lo mismo, ¿qué me pasó al leer “Todo esto pasará”? Pues que volví a encontrarme con un sentimiento que hacía tiempo no experimentaba: la duda entre querer ser amiga/amante de un personaje o querer ser ese personaje. La protagonista de este libro me gustaba tanto que no sabía si quería ser su amiga o ser ella. No había vuelto a pasarme desde “Californication”, donde siempre dudaba si quería ser amante de Hank Moody o ser el propio Hank.
Quizá querer ser alguien que te gusta es la sublimación de la envidia. O quizá querer ser amiga o amante de alguien que, en el fondo, desearías ser, es la sublimación de la mediocridad. Tal vez estar cerca de alguien es lo más parecido a ser ese alguien. O, a lo mejor, “poseer” a alguien (como amiga o como amante) no sea más que el punto medio entre admirar y querer ser. En cualquier caso, la protagonista de “Todo esto pasará” (claro trasunto de la propia escritora) es un personaje que no se deja poseer. Por nada, por nadie. Ni tan siquiera por el lector. Tal vez por eso no sé de qué habla este artículo.
