LA REVISTA

La “Lacrimosa”, del gótico a las hamburguesas

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photo_camera Réquiem.

¿Qué tienen en común el grupo gótico Evanescence, Los Simpson y la cadena de comida rápida más famosa del mundo?

Mucho se ha escrito sobre el “Requiem”, una pieza sobre que divide al mundo de la música –y a los propios mozartianos- entre partidarios y detractores, en ambos casos furibundos y cargados de argumentos. Los segundos insisten en lo obvio, que se trata de una obra inconclusa que Mozart tuvo tiempo de terminar, y concluyen que si no lo hizo fue tan sólo porque le interesaron más otros proyectos musicales, como la ópera “La flauta mágica”, entre otros. Los primeros en cambio ponen el acento en que la genialidad del “Requiem” es tal que el mayor compositor de la Historia llegó a asustarse de lo que estaba escribiendo, y se negó a continuar adelante pese a que había recibido una importante recompensa económica de una persona que –para darle todavía mayor misterio- acudía enmascarada a su casa. En realidad era un criado quien en nombre de su amo, un noble, apremiaba a Mozart con la misa de difuntos y le prometía una buena cantidad de dinero si cumplía el trabajo en plazo. Hay cartas de puño y letra de Wolfang Amadeus donde reconoce el terror creciente que le producía continuar con en el encargo, hasta el punto de llegar a creer que si la terminaba, moriría y el “Réquiem” acabaría siendo interpretado… para él. No le faltaba razón, porque en efecto falleció a los 35 años mientras trataba de finalizar la obra. El “Requiem” acabó por ello en un cajón de la casa de la viuda hasta su recuperación por su segundo marido, quien se dio cuenta de lo que tenía entre manos.  Desde entonces, no ha dejado de crecer y estremecer a docenas de generaciones.

El grupo Evanescence ha realizado una versión interesante y respetuosa de la “Lacrimosa”, la última pieza que habría compuesto Mozart antes de fallecer por causas no del todo aclaradas. En la película “Amadeus”, que presenta la vida del músico desde el punto de vista del desequilibrado Salieri, el compositor austriaco fallecía mientras dictaba las notas de la última parte. No parece muy probable, y desde luego hay que descartar la presencia de Salieri.

La “Lacrimosa” es una pieza relativamente sencilla, en re menor, de apenas dos minutos y medio de duración, para cuerda y coro –en latín-, y con un toque de percusión que le añade profundidad. Poco compleja, pero con enorme pasión,  es una pieza muy atractiva y fácil de escuchar. La lectura que realiza Evanescence es sencilla: repite una y otra vez el inicio y parte del coro y va colocando guitarras y batería encima, además de una melodía que nada tiene que ver con Mozart, pero que no desentona.

También los Simpsons han utilizado dicha parte para realzar algunos de sus capítulos, incluyendo uno sobre Mozart. Pero quizá lo más llamativo sea que McDonalds  se haya sumado, lo que confirma la plena validez y actualidad de la obra, que ya tiene 230 años y se mantiene en plena forma…

El “Requiem” ha sido interpretado por las más grandes orquestas del  es un reto hacerlo porque exige un esfuerzo sostenido y disponer de una sinfónica y un gran coro. Entre los directores, destacan, Bernstein y Karajan. Este último sólo se atrevió en una ocasión, y quedó extenuado. Sin embargo, puede considerarse la mejor de las versiones de una obra situada en la cúspide de la música de todos los tiempos. 

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