La Revista

Lionel no es un nombre de macho

Lionel Shriver escribe mejor que nadie, eso es así, como que dos y dos son cuatro, o Mariano Rajoy muy feo: verdades incuestionables

 

Si yo digo “Lionel” y ustedes responden “Messi”, puedo deducir pocos datos de su respuesta. Que son occidentales. Si yo digo “Lionel” y ustedes dicen “Richie”, ya tengo algún dato más: además de ser occidentales, rondan los cuarenta (por arriba o por abajo), les gusta la música disco y saben que la línea que separa lo hortera de lo cool es difusa. Pero si yo digo “Lionel” y me responden “Shriver”… bueno, ahí me dejan loca, la verdad.
Y es que si conocen a Lionel Shriver, o son alteregos míos o pertenecen a ese grupo ínfimo de amistades que me hacen caso con las recomendaciones literarias o están destinados a ser mi alma gemela o mejor-amiga-para-siempre-jamás. Lionel Shriver escribe mejor que nadie, eso es así, como que dos y dos son cuatro, o Mariano Rajoy muy feo: verdades incuestionables.


¿Qué me hace afirmar que Shriver escribe mejor que nadie? Pues que cuando leo sus libros, me provocan sorpresa, me provocan pensamientos que nunca antes había tenido. Y decir eso no es cualquier cosa. La cantidad de tiempo que dedico yo a pensar es directamente proporcional a la utilidad de dichos pensamientos. Pero no deja de ser una gran cantidad de tiempo. Por eso es muy raro que lea alguna idea que nunca había pensado. Pues con Lionel Shriver me pasa. Tenemos que hablar de Kevin es magnífico, es un librazo, es indispensable. Big Brother no lo sueltas hasta que lo has acabado, otra maravilla. Pero es que El mundo después del cumpleaños ya no tiene nombre, es una locura, es magistral. Repleto de ideas que nunca se me habían ocurrido, de verdades evidentes que jamás me atreví a pensar, este libro es tan bueno que hace estremecerse.
Así que si se aburren del fútbol, o la música de los 80, corran a su biblioteca a buscar a Shriver. Por cierto, es una mujer. Ya les dije que Lionel no es (solo) un nombre de macho.

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