Llega a Galicia la vendimia de 2021

La vigésima vendimia de este siglo y este milenio es, también, la segunda de la pandemia. ¿Cómo será recordada la cosecha de 2021 en Galicia? En cifras, se estima que el conjunto superará los 70 millones de kilos de uva recogida en denominaciones de origen e indicaciones geográficas protegidas. Fuera de ese marco que ampara los vinos gallegos de calidad, en todo el territorio se estima que se recogerán más de cien millones de kilos. Son diez millones de kilos más que el año pasado pero la mayor parte de ese incremento lo absorberá una denominación de origen: Rías Baixas, que subirá de 34,5 a 43, ocho millones y medio más. El millón y medio restante, estará más o menos repartido por las otras cuatro denominaciones. Valdeorras y Ribeira Sacra, serán las que previsiblemente se lleven la mayor parte pues presentan unas previsiones más optimistas. A estas alturas de 2020 ya estaba despachada la mayor parte de la recolección de la uva en casi todas las denominaciones de origen, con excepción de Ribeira Sacra que, al cultivar más uvas tintas que blancas arranca pronto con estas últimas, sobre todo la Godello, pero retrasa hasta finales de septiembre y principios de octubre la recogida de las variedades tintas. EL VERANO NO AYUDÓ MUCHO PARA CONVERTIR LA VENDIMIA DE 2021 EN UNA COSECHA HISTÓRICA EN CANTIDAD DE UVA RECOGIDA, SALVO PARA RÍAS BAIXAS, DONDE BATIRÁ LOS 41 MILLONES DE KILOS DE 2011. PERO MONTERREI, VALDEORRAS Y RIBEIRA SACRA ESPERAN MEJORAR LA DE 2020 Y EL RIBEIRO TAMPOCO LE IRÁ A LA ZAGA. LA SEGUNDA VENDIMIA DE LA PANDEMIA SE PRESENTA COMO LA DE LA RECUPERACIÓN ECONÓMICA, TRAS LA CRISIS DE VENTAS SUFRIDA DURANTE LOS CONFINAMIENTOS. RIBEIRO Sin embargo este año las condiciones atmosféricas fueron muy diferentes. El anticiclón de las Azores, que el año pasado estuvo prácticamente desde mayo encima de Galicia y promovió una vendimia precoz en todas las denominaciones gallegas, para evitar la sobremaduración, en el verano de 2021 fue escurridizo y, salvo en el área de Monterrei, donde las lluvias fueron escasas, en el resto de Galicia propició un estío suave, lo que hizo que la maduración fuese más lenta y no estuvo exenta de problemas ya que el tándem lluvia y calor constituyen el mejor aliado para la propagación de hongos como el mildiú. Y si ese es un fenómeno previsible en la costa, donde ya están sobre aviso y combaten la propagación del hongo con tratamientos fitosanitarios, en el Ribeiro, que suele ser un territorio con veranos más secos, causó algunos problemas, sobre todo en aquellos viñedos en los que se trabaja los fines de semana, ya que como sucede en el resto de Galicia, muchos pequeños viticultores tienen en esta actividad una forma de ingresos complementarios, pero viven de una actividad laboral diferente que los ocupa durante la semana. El granizo de las tormentas con las que se estrenó el mes de septiembre causó importantes daños en algunas áreas de la región vinícola. A pesar de ello, no se prevé que el Ribeiro tenga una cosecha peor que la de el año pasado en volumen, cuando había logrado recoger 9.5 millones de kilos. Pero sí que no consiga los doce millones de kilos que se habían recogido en la vendimia de 2019. Uno de los mejores años para el Ribeiro, tanto por la cantidad de vino como por su calidad, que proporcionó un importante palmarés de medallas en los grandes concursos nacionales e internacionales, éxitos que logró superar con creces con la cosecha de 2020. Lo que sí parece claro es que los 19 millones de kilos recogidos en 2011 se han convertido en un listón que difícilmente se volverá a lograr. En los diez años que median entre la vendimia récord y la actual, el Ribeiro ha perdido superficie cultivada, pasando de 2.805 hectáreas a 1.301. El capital humano del Ribeiro sobre el terreno cayó casi en un 75 por ciento: de 6.053 a 1.678. Solo uno de cada cuatro viticultores que vendimiaron en 2011 lo han están haciendo en 2021. O ellos o su relevo generacional. También se ha visto reducido el número de bodegas, que era de cien hace diez años y llegó a superar las 110 en la pasada década. Esta merma en el factor humano no es exclusiva del Ribeiro, aunque sí es donde se han registrado los datos más alarmantes. Cuando en los días previos a la vendimia las bodegas alertaban de la falta de mano de obra para afrontar la recogida de la uva, a la falta de personal cualificado para esta labor, que es un problema crónico, se han sumado, por una parte la reducción del número de viticultores, o la edad avanzada de muchos que todavía mantienen su viñedo, y el problema legal que suscita la participación de familiares y amigos en la vendimia, ante una posible inspección de trabajo, ya que no se contempla otra figura que la del trabajador temporal al margen del propio viticultor o del personal asalariado de la bodega cuando sea ésta la propietaria del viñedo. VALDEORRAS Si repasamos la geografía vitivinícola gallega, por orden de antigüedad, veremos que la reducción del número de viticultores es un hecho común, aunque no tan acentuado como en el Ribeiro. Valdeorras logró también en 2011 su cosecha del siglo, con 7,63 millones de kilos de uva recogidos. Entonces contaba con 1.552 viticultores, frente a los 1.090 actuales. Es un treinta por ciento de mengua en una década. En cambio, apenas perdió 56 hectáreas de superficie cultivada. Eso no fue óbice para lograr repetir una cosecha histórica en 2019, con 6,8 millones de kilos. Y al igual que sucede en el Ribeiro, en estos diez años ha habido una importante reestructuración de viñedos, sustituyendo variedades autorizadas como la Palomino o la Garnacha por preferentes como la Godello. Valdeorras, que cuenta con 41 bodegas, prevé este año superar los seis millones de kilos, que es lo que corresponde a una cosecha media. RIAS BAIXAS Si se cumplen los pronósticos elaborados por los técnicos al comienzo de la vendimia, Rías Baixas logrará superar su cosecha histórica de 2011, en la que había logrado recoger 41,8 millones de kilos, alcanzando la cifra récord de 44 millones de kilos. También esta denominación, que produce más uva y más vino que las cuatro restantes juntas, ha visto menguado su capital humano en viñedo. Ha pasado de 6.659 viticultores a 5.131, un 23 por ciento menos en una década. A cambio, ha crecido la superficie cultivada de 3.974 a 4.093 hectáreas. La diferencia no es significativa en superficie, pero sí pone de manifiesto una mayor concentración de la superficie cultivada en menos manos y en menos bodegas, ya que pasó de 184 bodegas en 2017 a 178 en la actualidad. RIBEIRA SACRA Con 97 bodegas activas y 1.253 hectáreas, Ribeira Sacra es la tercera denominación en número de industrias y superficie cultivada. Con respecto a 2011 perdió 30 hectáreas de superficie cultivada, una cifra muy pequeña. En esta década, que ha pasado desde la histórica cosecha de 2011 en Galicia, la región de la viticultura heroica ha perdido el 17 por ciento de sus viticultores. De 2.896 a 2.337. La concentración del viñedo se ha hecho más evidente en esta DO donde grandes bodegas como Rectoral de Amandi han ido comprando fincas y han sumado otras de nueva creación, especialmente en la subzona Quiroga-Bibei. 2011 fue una magnífica vendimia para Ribeira Sacra, pero no la mayor de su historia. Aquel año faltaron cuarenta kilos de uva para llegar a los siete millones. La mayor de su historia, al menos por ahora, fue 2019, con 7.256.756 kilos de uva. Este año calculan que llegarán a los seis millones de kilos, una cifra sensiblemente superior a la de 2020. MONTERREI Y si en toda regla hay una excepción, Monterrei lo es en la viticultura gallega. Es la única denominación de origen que lleva una moderada pero imparable línea ascendente tanto en crecimiento de superficie cultivada como en número de viticultores. Para la más joven de las denominaciones de origen, la cosecha de 2011 fue, simplemente, una más. Con una recolección de 2,2 millones de kilos de uva. Entonces tenía 384 viticultores y 394 hectáreas. El número de viticultores inscritos es prácticamente el mismo: dos menos en 2021 que en 2011. Pero la superficie cultivada ha crecido un 60 por ciento. La más joven y la que tiene menos minifundio. También fue la primera en la que se implementó la recolección mecánica de la uva, en fincas cuya estructura permite la mecanización. Si añadimos un clima mucho más continental, que requiere menos tratamientos fitosanitarios, nos encontramos con la DO en la que los costes de producción de la uva resultan menos costosos y con mejores armas para enfrentarse a la despoblación. En 2019 logró 5,6 millones de kilos y en 2020, 5,7 millones, que fue la mayor cifra hasta la fecha. Para este año se espera un volumen similar. La gran cosecha del siglo en Monterrei está todavía por llegar