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Mesón 4 rúas de Mondariz

photo_camera El comedor, con la estufa de hierro prometía.

El mesón 4 Rúas tiene un aspecto propio de un mesón rural de hace treinta años. Bien iluminado, ofrece tapas y comidas por encargo y , a diario, un "menú obrero" por nueve euros, que fue el que comimos nosotros.

Esta semana fui a Mondariz. No a Mondariz Balneario, sino al municipio legítimo, del que se segregó la parroquia de Santa Eulalia para convertirse en Mondariz Balneario allá por la década de 1920. Hago esta observación, porque cuando se me ocurrió preguntar en Google por un sitio donde comer en Mondariz, parecía como si este municipio de más de 80 kilómetros cuadrados con una población de algo más de 4.000 habitantes no existiera. Todas las indicaciones me remitían al pequeño vecino de Mondariz Balneario.
Iba a preguntarle a un paisano, que suelen ser más de fiar que Google en estos menesteres, cuando me encontré que justo donde acabana de estacionar el coche había un mesón con un menú puesto en la pizarra muy sugestivo. Así que allí fuimos.

El mesón 4 Rúas tiene un aspecto propio de un mesón rural de hace treinta años. Bien iluminado, ofrece tapas y comidas por encargo y , a diario, un "menú obrero" por nueve euros, que fue el que comimos nosotros. Nos sentamos y fuimos rápidamente atendidos. Un joven camarero muy amable, ciertamente. A las tres de la tarde ya se habían agotado algunas de las opciones del menú, pese a lo cual todavía quedaban posibilidades: salpicón, ensaladilla, sopa, xoubas y castañeta de primero y jamón asado, lengua estofada, chuleta de cerdo y bistec de ternera, de segundos.

De primero, pedimos, un salpicón y una ensaladilla y ¡sorpresa! las dos cosas eran lo mismo: los vegetales de la ensaladilla con unos trozos de palitos de surimi de distinto padre, mezclados con un poco de atún. Eso era el salpicón. Y para la ensaladilla, venía la mayonesa aparte. No nos gustó ni la ensaladilla ni el salpicón.
La lengua estofada estaba bien, en cambio. Podría pensar que no había tenido suerte con el primer plato. Sin embargo, en términos generales, he de decir que no me resultó ni acogedor ni recomendable: Ruidoso, con un canario que no paraba de trinar en un espacio con malas condiciones acústicas y un olor a limpiador de suelos que le quita a uno las ganas de comer.

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