Ni política ni religión ni fútbol = rock

Profesor de día y rockero heavy metal de noche, Óscar “Lujuria” Sancho Rubio tiene un leitmotiv tanto para las aulas como para los escenarios: “Si se calla una voz se pierden muchos pensamientos”. Por ello, en tanto no pueda desenfundar su guitarra producto del silencio al que condenó a los músicos la actual pandemia, vierte su sentir en formato de libro. “Ni política ni religión ni fútbol” (Desacorde Ediciones) es algo así como un diario del covid que recopila sus publicaciones de Facebook y las entremezcla, en forma interactiva, con comentarios y enlaces a entrevistas, artículos de prensa y colaboraciones: un libro para degustar… “Estamos en el siglo XXI donde Internet y las redes sociales han venido para quedarse, con generaciones que ya han crecido con ello y deben descubrir lo vital que es el papel y cómo lo que ahí está escrito puede complementarse en la red. Todo unido puede producir el placer de degustar un libro. Entonces no tendremos que convencerles para que los compren y los consuman. Si conseguimos que degusten el libro tendremos otra lectora u otro lector de por vida”, explica sobre unos potenciales lectores a los que se acercó durante una pandemia que puso en evidencia la precariedad en la que está sumida la cultura española en general y el rock en particular. “Este país tiene la cultura abandonada pero no es fortuito –detalla-. 40 años de dictadura y otros 42 de una democracia corrupta con alternancia en el poder de gobiernos de derecha confesos y gobiernos de derecha ocultos han tratado de domesticarla y, cuando no pudieron, enterrarla, porque no interesa un pueblo formado”. Sí sabrá de formación alguien que lleva tres décadas dedicándose a la docencia, rol que combinó con “honestidad y coherencia” con el de rockero: “Cuando empezaba, fueron muchas las voces que me dijeron ‘¿te cortarás el pelo, no?’. Hice todo lo contrario. En mi primer destino, Sigüenza (Guadalajara), me presenté con la chupa más cantosa que tenía, un pantalón negro elástico, mis botas negras con espuelas y, por supuesto, mi melena intacta. Siempre he dicho que hay más corbatas que chupas metidas en un penal. Hoy, con la corrupción política, esa mayoría de corbatas es abrumadora”.