La revolución en el flamenco la escribieron Camarón y Morente. Este artista sigue su estela, mezclando El Junco con Nick Cave
Para los que somos del norte, la historia del flamenco tiene dos nombres propios: Camarón de la Isla y Enrique Morente. Son estos y no otros, por la simple razón de haber sido durante años las caras visibles de la revolución que hace décadas vivió el cante jondo. Ambos se atrevieron a destrozar los cánones milenarios de un cante que fue, es y será la admiración de un mundo que mira al flamenco como vería pasearse a un león por el medio de su salón, entre fascinado y temeroso ante algo que uno no llega a comprender del todo sin convivir en su hábitat natural.
La revolución se escribió con Morente, con su "Omega" electrificando a Lorca, y con Camarón y su "La Leyenda del Tiempo", donde lamentos y sintetizadores convivieron con una perfección casi cósmica. Estas obras fueron quizás las que llevaron a toda un generación a entender que la cultura popular existe también para hacerla suya y llevarla a donde su alma quiera.
Paco Contreras, como le conocen en el mundillo, es hoy el humilde heredero de aquellos y representante de ese nuevo tiempo. El Niño de Elche ha vuelto a darle una patada a todo. No ha sido una patada violenta. Mejor, léase como una agitación para volver a desempolvar todo aquello y erigirse en la vanguardia mas absoluta. Su forma de cantar es única e indescriptible. Puede trasladar al oyente a donde él quiera, de una manera absolutamente hipnótica. Y al mismo tiempo puede sumir a uno en el caos absoluto.
En el mundo musical del Niño de Elche uno puede encontrarse con El Junco y con Nick Cave, con Machado y también con Antonio Orihuela. Paco homenajea a Manolo Caracol y también a Tim Buckley.
Así, como quien da unas palmas y guiña un ojo, este cantaor moderno mezcla electrónica, performance, poesía fonética y rock con el flamenco que lleva en su sangre, en su ADN. Ahora presenta su "Antología del cante flamenco heterodoxo", un álbum que sin duda vuelve a ponerlo todo patas arriba en el panorama estatal. Puede que el Niño de Elche jamás se acerque a ser ni un poco de aquellas leyendas del tiempo. Pero sin duda, este es un disco que todos necesitamos para estos tiempos líquidos.
