MITÓMANOS

Pasifae y el mito griego más brutal

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Pasifae, reina de Creta y esposa de Minos, es protagonista de uno de los mitos más brutales de Grecia. Ella fue la madre del Minotauro, que quizá existió de alguna forma.

En el muy interesante Museo Provincial de Lugo se puede admirar un espectacular mosaico de origen romano que representa de forma descarnada el mito de Pasifae y el toro, quizá uno de los más extraños del mundo griego. La historia es conocida: Poseidón, rey de los mares, exigió a Minos, monarca de Creta, que le sacrificara un hermoso toro blanco, a lo que se negó el soberano. Como venganza, el cruel Poseidón hizo que Pasifae se enamorara del animal despertando en ella un deseo sexual que la consumía. Para conseguir su propósito apeló a Dédalo, el más famoso ingeniero heleno, quien construyó una vaca de madera bien asentada donde podría introducirse la reina y así consumar su pasión. El resultado de semejante atracción zoofílica fue el nacimiento meses después del Minotauro, con cuerpo de hombre y cabeza de bóvido. Minos no sabía cómo ocultar su vergüenza y para ello llamó también a Dédalo al que encargó que construyera un palacio en la ciudad de Cnossos en cuyo centro se encontraría el laberinto donde viviría el Minotauro…


La historia continúa con la famosa expedición de los atenienses dirigida por Teseo, hijo del rey Egeo, quien mató al monstruo tras entrar en el laberinto y salir gracias al hilo de Ariadna, hija de Pasifae y hermanastra del Minotauro, quien exigía un sangriento tributo anual de siete hombres y mujeres jóvenes.


¿Qué hay de cierto detrás del mito? La arqueología ha demostrado que se asienta sobre hechos reales. El primero, la existencia de la ciudad de Cnossos, descubierta por Arthur Evans. La segunda, y como consecuencia, el palacio, que Evans recreó de forma un tanto fantasiosa, pero donde se descubrieron una sala del trono donde aparecería la inscripción  “Minos” -que podría no ser el nombre sino el título genérico del soberano cretense- y numerosas escenas relacionadas con el toro, al que se adoraba. Pero lo más llamativo sería que el gran complejo palaciego de Cnossos era denominado el Doble Hacha, que en griego se dice “Labrys”, es decir, el laberinto. Y lo era de verdad, con un muy complejo sistema de estancias donde era fácil perderse. 


El mito cuenta con sólidas raíces y como  muchos antes posteriores y anteriores se asienta sobre un poso de realidad. Tenemos un palacio denominado laberinto con intrincadas salas y escaleras que habría confundido a los visitantes extranjeros –estamos en torno al año 1.300 antes de Cristo- dominado por el toro en un lugar donde reinaba un Minos. Todo encaja para hacer volar la imaginación. Quizá el Minotauro era un hijo que el rey quería ocultar por algún motivo, siendo el más probable la infidelidad de la reina. Pero ahí ya es pura especulación. 
 

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