El paso del tiempo contado por un vino

Julia Bande comenzó su andadura como colleiteira hace ya 5 años. Con la coseha de 2015. Su historia comenzó con dos vinos: uno blanco, elaborado con Treixadura, Loureira y Lado, procedentes de los valles del Avia y el Arnoia, donde tiene un pequeño viñedo que en total suma 2,5 hectáreas y otro tinto, para el que conjuga Sousón, Caíño, Brancellao y Ferrón. Ambos vinos son comercializados bajo el nombre “Son de arrieiro”, un recuerdo a su abuelo arriero que llevaba el vino en odres a lomos de mulas hasta Pontevedra. Un viaje con mucha enjundia. Me lo imagino parando en O Carballiño a tomar un Pulpo, o en Soutelo de Montes a comer un poco de carne richada. Julia Bande ha decidido escribir la historia de su bodega no en un libro. Es una mujer parca en palabras y si la llamas por teléfono te lo coge una de cada diez veces. Pero ¿quien quiere palabras, teniendo vino? Y así, ha puesto en marcha una experiencia que no tiene precedente en la denominación de origen del Ribeiro. Escribir la historia de la bodega a través de un vino: Son re Arrieiro Añadas. Este vino está elaborado con un coupage de vinos de todas las añadas desde el inicio de la bodega: 2015, 2016, 2017 y 2018 se unieron en la primera edición de este vino que salió al mercado hace poco menos de un año. Ahora está a punto de embotellar el Añadas más reciente, que suma a las cuatro cosechas que integraban el vino del año pasado la quinta, de 2019. Y ahora se preguntará el lector. ¿Cómo se lee la historia escrita con vino? Bebiendo. e imaginando. En la cata, hay aromas y sabores que nos sabrán más frescos, más joviales, más frutales. Son los de la última añada, no cabe duda. Pero las anteriores van marcando también con sus matices, derivados de uvas que evolucionan de diferene manera: la Treixadura tiende a dejar un regusto a miel cuando pasan los años. La Loureira se despliega como un jardín botánico y la Lado conserva ese punto de acidez. Para rizar más el rizo, parte de esas añadas se mantiene en depósito de acero inoxidable y otra parte se lleva a una crianza en barrica de madera, con lo que nos encontramos un vino lleno de sutilezas, sin aristas, pero también sin un tono dominante. Es como esas orquestas que empastan el sonido de todos sus instrumentos para parecer en su conjunto un nuevo instrumento pero que nos recuerda todos los que lo integran. Es un vino no para ser juzgado, sino respirado y bebido que es la manera con la que podemos escuchar la historia que nos tiene que contar. Una historia de cinco años que se lee copa a copa.