Pena Folenche, ese bolo granítico emergiendo en la aldea

Pena Folenche, vigía del trivense tramo de la romana calzada, llamada Via Nova, la XVIII del catálogo que de ellas se elaboró en tiempos del emperador Antonino “Caracalla”, llamada también bracarense, porque partiendo de Braga, la Bracara romana, llegaba a Astorga, la Asturica romana. Esta calzada después de salvar los altos de Cerdeira, tocar Trives, bajar al Bibei y pasar por su aún recio puente romano, usado todavía hoy, básico en la antes carretera Nacional-120, ahora OU-636, lo que mucho dice sobre la consistencia de este prodigio de la ingeniería romana. Me refiero aquí al tramo de la Vía Nova que unas cuantas millas antes, al paso por el más modesto Ponte Navea subía, ahora entre castaños, antaño no se podría precisar sino con un estudio florístico, hasta alcanzar la altura de la casi planicie trivesa en la llamada Pena Folenche, una aldea que como característica tiene ésta de ser así llamada por el penedo o bolo granítico al que se adosan varias casas y por el vallado mirador desde el mismo peñasco. Según Madoz, se ubicó un castillo en torno al gran penedo, y de él da referencias como del palacio de los condes de Lemos en el entorno de la antes existente capilla de Sta. Brígida, y también de que gran parte de las casas del núcleo urbano fueron levantadas con las piedras del castillo del que no quedó visible constancia. Pueblos adosados a penedos hay unas cuantos, como a Cela, en las cimas del rio Salas. Esta Folenche, de Trives, impacta en la subida, en su cima, en el paraje, en la aldea y en lo que desde ella se divisa, sin que defraude como mirador, de esos que tanto abundan por aquí, que si tan implantados los de a Ribeira Sacra, éstos que salpican lugares casi ignotos no desmerecen en un entorno dominado por el bosque de esos grandes soutos de castaños y carballeiras. Cuando la vía, operativa a partir del siglo II continuaba por Valdeorras, el Bierzo y subía al pasar Ponferrada y Molinaseca hacia Riego de Ambrós hasta alcanzar la planicie asturicense en tramos usados por peregrinos del llamado camino Francés, el más famoso y concurrido por donde entraban también mesnadas, invasores, aprovechando otras vías o calzadas, viajeros, trashumantes de ganados, carreteros, peregrinos y otras gentes que trajeron el románico y otras culturas, y las órdenes religiosas…para nutrir la fe de unos reinos hispánicos de la Reconquista, que a partir de sus inexpugnables refugios en las montañas de la cordillera Cantábrica, sobre todo en los Picos de Europa donde los invasores islámicos de principios del siglo VIII, o por el frio al que no habituados, o por la belicosidad de sus moradores, o por lo agreste del territorio no se atrevieron ni a penetrar. A los pies de Pena Folenche un panorama dominado al oeste por el curso del Navea, un rio que toma el nombre del culto a Navia o Navea, con varios nombres aguas arriba: Edreira, por el emblemático lugar, entre las sierras de Samión y San Mamede; Queixa, por la sierra que lo encajona; Chandrexa, por el lugar, y al este, mirando hacia la cercana villa de Trives, por la Cabeza de Manzaneda, en el cordal de la sierra de Queixa. Panoramas de frondosidad que hacen de estas tierras de las más boscosas de Galicia, de las que podría decirse aquello de que las ramas no dejan ver el bosque, que es lo que por acá pasa si no trepas por los pétreos escalones de la Pena Folenche para otear el entorno.