Las precipitadas aguas del Loña en el flanco sur del castro

Por los otoños pluviosos no son escasas estas aguas de un rio Loña, que despeñándose un poco más arriba de la ciudad, desde la presa de Castadón; ahora como si protectoras del castro de Santo Tomé, ese emplazamiento defensivo pre y romano, rodeado hoy de denso bosque de alcornoques, pinos, madroños, que más llamamos por acá sobreiras, piñeiros y érbedos, que antaño en aquellos albores seculares, cuando la fortificación en apogeo desprovistos de arbolado, como toda fortificación. El rio Loña lo hacía inexpugnable por la ladera sur y es de imaginar que mucho más cuando henchido como en esta foto. Un rio con sus nacientes casi al pie occidental de la ermita da virxe do Monte, e increíble pensar que pueda ser rio a partir de una fuente que incesante mana en la misma ermita, atraviesa varias poblaciones y nombre a varias aldeas da, la primera Loña do Monte, y aguas abajo, a esa corrupción de Loñoá, una aldea que en el entorno se desdobla en un Loñoá Grande, Loñoá do Camiño, y a una barriada en el oriente urbano, a Loña. El rio en su discurrir hasta atoparse con el Miño en el barrio antedicho, más se precipita en las cercanías urbanas que en otra parte de su curso donde fluye como en un remanso, y capaz de secarse en las postrimerías de estíos de pluviosidad escasa. La conjunción rio, peñascos, desnivel, lo hace bravío en este su último tercio. Un sendero estrecho en la ribera izquierda, por donde debe transitarse con precaución en días húmedos o de heladas, nos puede ofrecer espectáculos como éste que exigen una detención para vislumbrar la potencia de las aguas golpeando contra la masa rocosa de todo su cauce en un más estrépìto que rumor que el cañón proyecta para regalar los oídos del caminante. La Loña, más abajo donde desemboca, no hace sospechar que hace millones de años compartió con el Miño la inundación de ese espacio urbanizado de As Lagoas del que evidentes pruebas en sus cantos rodados o coios. Las secas estivales desvirtúan a este rio en el que aun vierten tantos desechos animales y humanos; en Cachamuiña, su primer represamiento serio, un espacio de ocio para caminantes reposados y los de menos, corredores, innecesariamente vaciado siempre menos el pasado año; el segundo es Castadón. Ahora van a permitir el remo y, creo, la vela; un plus para los atractivos de la zona donde muchos recursos hallan para darse un par o cuando más tres vueltas. Cachamuiña al que lustre más daría el famoso Bernardo González del Valle, apodado Cachamuiña por haber nacido allí, uno de los artífices de la toma de Vigo desalojando a las napoleónicas tropas, episodio que la ciudad celebra como el Dia de la Reconquista. El curso del Loña da para muchos y celebrados personajes. Yo recuerdo algunos y los baños de frigorífico solo tolerados cuando adolescentes en la presa de Os Gozos en aquellos campamentos del Frente de Juventudes en Monterrei cuando por acaso obligado e impresionado por canciones, consignas y otras propias de imaginario de las Juventudes Hitlerianas, en unos días ya emprendía hacia occidente, la vuelta a casa como en fuga siendo recogido al poco, cuando de campo a traviesa, por ese servicial de las cuatro EFES: Félix Fernando Feijoo Feijoo, el cual a la sazón ejercía de chofer de la delegación de Falange, y luego de afable colega en la Caja. Me depositó en la entonces calle de Alba, sonrisa mediante de un tio Alejandro que me parece no comulgaba con aquellos, digamos principios del Movimiento, una astracanada que nos tuvo sojuzgados por muchos decenios de nacionalcatolicismo, con las burlas soterradas de esa juventud libertaria latente, que más adelante se manifestaría como desafiando el dictatorial corsé.