Profesor de lenguas, de español para extranjeros, de inglés para españoles en la Universidad Antonio Nebrija, Rubén Alves (Ourense, 1975) va más allá en su función docente. La lengua como herramienta de comunicación, la comunicación como instrumento para mejorar las competencias profesionales y también vitales. Premio al Profesor Emblemático, siempre se encuentra entre los profesores mejor valorados por sus alumnos.
¿Pensaba usted en la docencia cuando empezó a estudiar la carrera?
Yo estudié Filología Inglesa en Vigo y luego, mientras trabajaba, Magisterio en Ourense. La docencia es la salida natural cuando estudias un idioma.
Pero no en dar clases en Ourense, imagino, porque se fue.
Ourense es una ciudad magnífica para vivir y criar a tus hijos. La calidad de vida de aquí, la comodidad, el hecho de encontrarte en tu propia ciudad... pero cuando quieres ir más allá, tienes que salir. Yo lo hice, para experimentar, decidido a buscar otros horizontes diferentes a ser un profesor de idiomas en secundaria que está muy bien, pero tiene unas limitaciones que yo quería traspasar.
¿Tenía algo en mente cuando se fue a Madrid?
Cuando llegué a Madrid no tenía nada previsto. Fui a probar. Pasé los primeros dos meses haciendo entrevistas de trabajo y la mayoría de ellas lo que buscaban era gente de perfil comercial. Comencé trabajando en una academia y luego para varias multinacionales, dando clase de español a directivos que venían destinados aquí. En 2003 empecé a dar clases en la Universidad San Pablo CEU y en 2004 en Antonio Nebrija. Y ahí estoy, desde entonces.
Es usted uno de los profesores mejor valorados por los alumnos. ¿Cuál es la clave?
Los alumnos son muy con
scientes del poder que tienen gracias a las evaluaciones que hacen de los profesores. A mí me llaman “el destripador” porque soy el profesor que más suspende. Sin embargo también soy uno de los profesores que más veces es padrino de una promoción. Los alumnos saben discernir cuando un profesor es bueno, que se preocupa por ellos. Soy exigente porque quiero que mis alumnos estén preparados para enfrentarse a lo que les espera cuando salgan de la universidad. Porque ser un buen estudiante no es suficiente para ser un buen profesional. Por eso es importante que asuman valores como la puntualidad, la disciplina, en los que saben que soy especialmente exigente. Pero de la misma manera que para lo malo les doy caña, para lo bueno también estoy con ellos.
¿Qué valores ha de tener un buen profesor, además de saber la materia que enseña?
Saber la materia no te convierte en un buen profesor. Necesitas mucho más. Tienes que saber comunicar esa materia, pero también tienes que saber comprender a tus alumnos. Es como una profesión en la que estás atendiendo al público; tienes que ser capaz de empatizar. Hay cosas que para muchos profesores no parecen importantes y sin embargo lo son, como por ejemplo, conocer a tus alumnos por su nombre.
Más allá de la formación académica está la formación como futuros profesionales ¿Cómo se consigue?
Ser un buen estudiante, acabar con matrícula la carrera no significa que luego sea un buen profesional. En la Universidad Nebrija es un aspecto que se tiene muy en cuenta, la competencia profesional y todos los alumnos tienen que pasar por tres asignaturas, tres seminarios de competencia profesional. La primera está dedicada, sobre todo la gestión emocional, que es algo muy importante: saber cuáles son tus puntos débiles y fuertes, saber comunicarte, entender a los otros. En la segunda, se centra en el trabajo en equipo, saber negociar, saber entenderte con todo el mundo, aunque no te lleves bien con ellos. Porque en el trabajo, es muy difícil que puedas llegar a llevarte bien o a entenderte con todo el mundo. Y la tercera ya está orientada al mercado laboral, para que sepan hacer un buen currículum, a salir bien parado de una entrevista de trabajo...
También forma en competencia profesional a futuros profesores ¿En qué les incide más?
En el caso de los futuros profesores de enseñanza primaria, les hago ver lo importantes que van a ser para sus alumnos y no solo por lo que les enseñen, también por cómo se lo enseñen y el ejemplo que representan para ellos. Creo que todos nos acordamos de cuáles fueron nuestros mejores y nuestros peores profesores. Los primeros nos han marcado positivamente muchas veces a la hora de elegir nuestros estudios. De los peores, para no caer en su ejemplo.
Ser exigente con los alumnos les facilita su futuro
¿Cómo son las generaciones actuales de alumnos?
En algunos aspectos están muy verdes, porque es una generación que ha crecido entre algodones, que cree que las cosas existen porque sí. Por eso esta parte de la formación en un plano más emocional, más práctico es muy importante para ellos porque así se enfrentan en la universidad a una realidad con la que se van a encontrar cuando salgan de ella. Y en el caso de las competencias, y sobre todo a la hora de aprender a convivir en el trabajo con personas con las que no te llevas bien, se hace desde casos prácticos y me preocupo de que en los trabajos tengan que compartirlos con aquellas personas con las que tienen menos afinidad que es la manera de que se enfrenten realmente a ese tipo de supuestos.
¿Hay diferencias españoles y extranjeros?
Es muy diferente el perfil. El estudiante internacional, aunque haya algunos aspectos en los que pueda ser más inculto, sobre todo en el caso del estudiante norteamericano, es un estudiante que ha viajado por todo el mundo y entonces tiene la mente muy abierta. Yo es lo que de menos en los estudiantes españoles, porque viajar abre la mente y confiere otra manera de aprender. Te pone en contacto con otras culturas, te ves obligado a aprender y ves que el mundo es muy grande. Por suerte ahora los viajes son más baratos y los jóvenes españoles también empiezan a viajar.
¿Mantiene contacto con antiguos alumnos?
No con todos, claro, pero sí con muchos. Para mí es una gran satisfacción recibir al cabo de un tiempo un correo electrónico de un antiguo alumno que te reconoce que gracias a que le diste caña durante el curso, pues han conseguido un trabajo, o han sabido salir airosos de una situación profesional compleja. La verdad es que yo me implico mucho con mis alumnos y creo el hecho de ser muy exigente les fuerza a dar lo mejor de ellos mismos y eso, al final se dan cuenta que es lo mejor que puedes hacer por ellos.
