Son muchas las actrices que llevan un tiempo reivindicando una cierta relajación en sus looks de alfombras rojas y tratando de lanzar mensajes a través de sus propuestas estilísticas, especialmente centrados contra la imposición de los cánones de belleza femenina. La última ha sido Jennifer Lawrence, combinando unas sencillas chanclas de playa con un imponente vestido rojo de Dior
Las chanclas
Algo está cambiando en las alfombras rojas del mundo. Con la temporada de premios -sobre todo cinematográficos- en plena efervescencia, los apuntes estilísticos que están dejando las estrellas de la gran pantalla son dignos de tomar buena nota porque la revolución ha llegado vestida de naturalidad. El último ejemplo ha sido el de Jennifer Lawrence en las famosas escaleras del Palacio de Congresos de la ciudad de la Costa Azul francesa.
La oscarizada actriz, que llevaba unos años de relativo parón tras su embarazo, regresó por todo lo alto. Y lo hizo vestida de un imponente diseño rojo firmado por Dior que recordaba a la época dorada de Hollywood. Contra todo pronóstico, la sorpresa la reservaba en sus pies. A pesar de que la lógica más fashionista hubiese combinado el espectacular vestido con unos tacones a la altura -nunca mejor dicho-, Lawrence lo acompañó de unas sencillas chanclas de playa negras.
Más cómoda, imposible. Más elegante, imposible también. Jennifer Lawrence, que viralizó el momento en el que recogió su Oscar por “El lado bueno de las cosas” al tropezar y caer en las escaleras, volvió a hacer alarde de la naturalidad que siempre la acompaña y no solo en la espontaneidad de sus comentarios o en sus reivindicaciones por la diversidad de cuerpos.
Pero no ha sido la única…
Son muchas las actrices que desde hace años aprovechan su presencia ante los flashes de medio mundo para lanzar mensajes a través de sus atuendos. Bien sea directamente con nombres de directoras de cine cosidos en su vestido -como Natalie Portman en los Oscar de 2020- o las uñas pintadas en favor del colectivo trans que Rodrigo Sorogoyen desveló al recoger los múltiples Goyas por As Bestas en febrero de este año.
Sin maquillaje
En esa misma gala en la que triunfó Sorogoyen se dio otro grito en favor de la naturalidad. Más allá de la polémica que despertó la veracidad del resultado, la actriz Sara Sálamo decidió acudir a la noche del cine español a cara lavada. Lo hizo para criticar los cánones e imposiciones estéticas que durante años vistieron y maquillaron a las mujeres en este tipo de actos. Así lo manifestó también con la sencillez de un vestido que recordaba a un lujoso camisón.
El mensaje tras esta decisión, tomada bajo el imperio estético de las redes sociales, no fue otro que aprovechar el altavoz de su posición para denunciar los filtros, los retoques y los imposibles cánones que atosigan a las mujeres, especialmente a las adolescentes. Un discurso que difícilmente puede comprarse al mismo tiempo que nos afanamos por conseguir que cada una ame el cuerpo en el que ha nacido. Todo esto gritado a través del altavoz de un vestido “pijamero”, un “no maquillaje” y un peinado relajado. Porque en este tipo de revoluciones radica el verdadero poder de la moda.
Los peinados
La tendencia de la naturalidad en la alfombra roja va desde los pies de Jennifer Lawrence hasta la cabeza de Andie MacDowell, que desde hace años luce orgullosa su rizada melena ahora de color plateado. En cuestión de cabello, los peinados se han relajado y ya no es tan habitual contemplar sofisticados moños y recogidos sujetos por miles de horquillas. Las ondas surferas, las melenas al viento o los moños como de recién levantada han pedido paso. El pelo ya no se lleva repeinado ni demasiado pulido; al menos entre las famosas.
Triunfa la tendencia de lo casual. Aunque, tampoco nos engañemos, naturalidad sí, pero disfrazada con diseños de los que cuelgan etiquetas con muchos ceros vistiendo a famosas que a diario se someten a carísimos e innovadores tratamientos de belleza en todo el cuerpo, machacadas en el gimnasio, sometidas a estrictas dietas vigiladas por nutricionistas y con poses más que ensayadas ante las cámaras. Ese tipo de naturalidad…
