DENOMINACIONES

Un vino para perpetuar la memoria

Son de Arrieiro finca_resultado

En Leiro, con el río Avia como telón de fondo, nos encontraremos bodegas de diferente tamaño. Pero entre ellas, hay una especialmente singular y, tal vez la más pequeña de todas las de ese municipio. Es la que fundó hace cinco años la colleiteira Julia Mar Bande Pívida. Se encuentra en el bajo de su casa, lo que es ya en sí mismo todo un manifiesto. Una bodega familiar, que hereda de sus ancestros esa pasión por el vino, por su elaboración y su cuidado, especialmente, de su abuelo, Manuel Pívida, a quien están dedicados sus vinos.

Antes de estrenarse como colleiteira, Julia hizo un largo camino, elaborando vinos en casa y trabajando en todas las labores que son propias de la viticultura a través de la empresa que ella misma había fundado años atrás y con la que prestaba sus servicios de campo a viticultores, colleiteiros y bodegas.

Pero su trabajo más personal se desarrolla alrededor de su propio viñedo de 2,5 hectáreas que está repartido en cuatro fincas, entre los municipios de Arnoia, Leiro y Ribadavia. En el primero, tiene una parcela dedicada a variedades tintas: Brancellao, Caíño tinto, Ferrón y Sousón. Son uvas que llevan siglos identificadas con los vinos clásicos del Ribeiro que fueron, sobre todo tintos. En Berán, en Leiro y en Santo André de Ribadavia, cultiva Treixadura, Lado y Loureira. Con estas tres variedades elabora sus vinos blancos. Originariamente comenzó con uno blanco y otro tinto, ambos bajo el nombre de Son de Arrieiro. A ellos añadió, años después otros dos vinos, con las mismas variedades pero aportando una crianza adicional y otras técnicas en bodega que les dan un perfil más de guarda, de vinos con más vida en botella, pero manteniento ese carácter tan genuino que su buen ensamblaje aporta, haciéndolos únicos.

Son de Arrieiro blanco es un vino joven, con un gran equilibrio. Bien armado de estructura gracias a la Treixadura, pero perfilado con esos toques esenciales que le dan tanto la Lado como la Loureira, dos uvas que además de frescura y un punto de acidez muy agradable, llenan de matices aromáticos, tanto la nariz como luego el paladar cuando entran en boca.  

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