Los premios Decanter se encuentran entre los más prestigiosos del mundo y también entre los más exigentes a la hora de evaluar los vinos que se presentan a su concurso. No es de extrañar, porque tienen que hacer frente a una deliberación sobre 18.094 vinos procedentes de 56 países que fueron los que se presentaron a esta décimo octava convocatoria organizada por la revista Decanter. Pese a ese nivel de exigencia, un total de 129 vinos gallegos lograron algún premio, una cifra realmente relevante.
Pero todavía lo es más el hecho de que en la máxima categoría, los mejores del concurso, (Best in show), un rango que únicamente obtuvieron 50 de esos más de 18.000 de todo el mundo y nueve de España, había dos vinos gallegos, con una puntuación de 97 sobre cien, que es la que se concede a las medallas de platino, pero elevándose a ese restringido club de los mejores cincuenta del mundo.
El primero de ellos fue Matilda Nieves, de la bodega Rectoral de Amandi, del grupo Bodegas Gallegas.
Las tres bodegas del grupo obtuvieron medallas en el concurso. Pero Rectoral de Amandi se llevó la palma y se convirtió en la bodega mejor valorada e entre las gallegas al conseguir el máximo título para Matilda Nieves, un oro para Rectoral de Amandi y bronce para Manolo Arnoya edición limitada de 2017. Ponte da Boga logró el segundo oro para su Capricho de Merenzao y O Cabalín para su tinto el único oro de Valdeorras.
De los seis oros que lograron los gallegos, tres fueron para tintos y los restantes para blancos de Rías Baixas, la DO que logró el segundo Best in Show para el Albariño Mar de Ons. Resulta significativo que los vinos mejor valorados están entre los más baratos.
