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¿Aceites intramusculares? ¿No los hay de neuronas?

En los últimos años se ha popularizado una peligrosa práctica en determinados gimnasios. La inyección de aceites intramusculares con el supuesto objetivo de aumentar y mejorar el volumen

afirmaba el genial científico Albert Einstein que existen dos cosas infinitas, “el universo y la estupidez humana. Y sobre el primero, tengo dudas”.

La estupidez impera en todas las esferas de nuestra vida. El mundo del Ejercicio Físico no es ajeno, a pesar de que la ciencia nos proporciona cada día argumentos para salir de nuestra profunda ignorancia.

La ignorancia no exime de sentido común para diferenciar entre lo bueno y lo malo. Entre lo deseable y lo descabellado, entre lo saludable y lo nocivo.

En los últimos años se ha popularizado una peligrosa práctica en determinados gimnasios. La inyección de aceites intramusculares (SEOs, en ingles) con el supuesto objetivo de aumentar y mejorar el volumen y la apariencia de partes del cuerpo.


Un cóctel explosivo


Las inyecciones intramusculares se usan en el sector de la Estética desde los años 60. En los 80 aparecieron en el culturismo estadounidense, aplicándose a discreción. Sin criterio, control ni planificación. 

La composición de estos cócteles se componen en un 85% de aceites purificados vegetales -sésamo, nuez, soja- o minerales, como la parafina. La mezcla añade conservantes, uno o varios esteroides anabolizantes y un anestésico local, dado que suelen causar un gran dolor en su administración.

¿Razones de esta estupidez? Pretender un gran volumen y forma en determinados músculos. Objetivos no respaldados por ningún informe científico. Están acreditados, en cambio, los numerosos riesgos para la Salud de tales prácticas, realizadas además de forma autodidacta y mediante un mercado negro.


Jugar a la Lotería


Las consecuencias habituales son frecuentes dolores musculares, deformaciones por una mala o insistente administración, infecciones, abscesos, perforaciones cutáneas, alergias, hipertensión, atrofias e incapacidades. Si la pericia del practicante es nula, la inyección podría provocar incluso una embolia. 

La toxicidad de los productos y su efecto son una lotería. El cuerpo los absorverá en un proceso de meses o años. Las consecuencias en el sistema inmune son imprevisibles. ¿Conclusión? Algunos no necesitan inyecciones de aceites, sino de neuronas.

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