Alfonso Vázquez Monxardín, medio siglo de un sueño

Hay recuerdos que se quedan grabados a fuego. Un sonido, una imagen o una experiencia sentado en el asiento del copiloto con Estanislao Reverter y el Alpinche, como es el caso de Alfonso Vázquez Monxardín. Hace unas pocas semanas se cumplieron 50 años de ese recuerdo, un sueño que pudo cumplir Monxardín cuando copilotó, con motivo del Rally Bosch de 1971 a “Lalao” en el recién construido Alpinche, que había debutado meses antes (no sin cierto sobresalto) en el Rally Rías Baixas. Hasta el País Vasco se marcharon ambos, Estanislao y Monxardín, para estar presentes en una prueba que el año anterior se había teñido de luto por el fallecimiento de Jaime Segovia, que un año antes perdió la vida copilotando a Bernard Tramont en un Renault Alpine. Una participación en el rally no exenta de anécdotas, entre las que destaca una relacionada con el desgraciado atropello de un perro durante los reconocimientos. Tal y como recuerda Monxardín “por un infortunio atropellamos a un pobre perro mientras estábamos por un carretera de montaña. Recuerdo que al borde de la carretera apareció un hombre con una escopeta y repetía que a ver como se lo contaba a sus hijos. Total, que ”Lalao” le pidió los datos y después el expidió un cheque para subsanar el entuerto, fue una situación extraña, más con la escopeta”. Cuando el copiloto comienza a hablar de la prueba, la emoción y el tono de voz cambian, todo es más intenso. Al preguntarle sobre las sensaciones que transmitía el Alpinche en aquel año 71, la respuesta es clara: “cuando aceleraba tenías la sensación de que te quedabas pegado al asiento. Era una potencia increíble, algo difícil de describir, la verdad” y añade “también me acuerdo de que del lado derecho subía un tubo (el del aceite) que estaba ardiendo, había que tener cuidado de no mover mucho la pierna porque te quemabas”. En aquella prueba, el talento de Reverter salió a relucir y obtuvieron el segundo lugar de la clasificación, dejando para la historia una foto que fue protagonista de la revista Autopista. En ella se ve al Alpinche volando perfectamente plano en un rasante en el que el resto de las imágenes muestran a los coches de la época aterrizando como buenamente podían. Aquel salto todavía es recordado por Monxardín, que ‘canta’ las notas de aquel punto como si fuese el 29 de agosto de 1971. “Cambio de rasante a fondo, sigue recta a 200 ¡Ojo salto! Y como íbamos a toda velocidad se lo repetí claro pero él me tocó en la rodilla y me dijo ”nada machiño, a ver como salta” y lo hizo bien por lo que se ve”, afirma orgulloso. Una experiencia inolvidable con un recuerdo en forma de placa y trofeo de la segunda posición obtenida en una prueba que era considerada como una de las de referencia del automovilismo español y que desde ahora descansa en el museo de la Fundación Estanislao Reverter situado en la Estación de tren de Santa Cruz Arrabaldo.