Los cigarrones noveles salieron a la calle en Verín sin el bautismo oficial

photo_camera No faltaron jeques en las calles de Verín confraternizando con los lugareños como si se conociesen de toda la vida. (JOSÉ PAZ)

La lluvia obligó a suspender la tradicional ceremonia iniciática, pero la fiesta continuó como sin nada en la calle y lugares de copas. 

Verín no pudo vivir ayer el día más emotivo de su Entroido, como es el "bautizo" de los nuevos cigarrones, aquellos que enfundan el traje típico por primera vez, que en su gran mayoría suelen ser niños, parte de ellos de muy corta edad. El acto estaba previsto en la Plaza de la Merced, pero la incesante lluvia obligó a suspenderlo. El alcalde, Juan Manuel Jiménez Morán, lamentó la suspensión porque "é un dos actos máis vistosos da festa. Moitos pequenos estarán desilusionados", apuntó.

Tras el "bautizo", al que suelen acudir los cigarrones más veteranos, estaba previsto rendir homenaje al traje típico, colocando un pañuelo en cigarrón que preside la plaza con el mismo nombre, acto en el que se recuerda a todos los vecinos que se vistieron de cigarrón y fallecieron en el último año. La iniciativa incluía un homenaje a la figura de Francisco Añel, el sastre de Laza fallecido el año pasado tras dedicar toda su vida la confección de trajes de cigarrón y peliqueiros, pero la lluvia lo fastidió todo. La comisión de fiestas pasó toda la jornada mirando al cielo y esperó hasta el último momento para suspender los actos, lo que obligó a continuar la fiesta en la calle y bares, que, por cierto, sus dueños taparon botellas, mesas y sillas, así como neveras y estanterías con plásticos para evitar que se impregnarán de la harina, otra de las características de la fiesta verinense. La nota musical la pusieron las charangas Támega, Europa e Fuego y las orquestas Ciclón y Triunfo, que llenaron la Plaza Maior. 

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