El covid-19 la atrapó en Senegal

Ester Atanes -Cualedro, 1981- es educadora social y, desde que terminó su carrera, ha compaginado su trabajo en diferentes proyectos en Madrid y Canarias con la cooperación internacional en Marruecos y en otros países de Suráfrica. En abril del pasado año, Ester decidió, tras quedarse en situación de desempleo, marcharse a Senegal. "Llevaba muchos años queriendo viajar a Senegal y vi la oportunidad perfecta para hacerlo. Aquí conocí la asociación Bonheur D’Enfants D’ Afrique porque me quedé en el alojamiento de una familia de Saint Louis. El dinero que recaudaban de mi habitación iba para esa asociación. Fue conocer a Bonheur D’ Enfants y aquí se me quedó el corazón. Más que por la asociación, por los niños", reconoce esta cualedresa. "Ya había colaborado en proyectos con niños en mis otros viajes, pero la verdad que la situación de los peques aquí es terrible. Me impactó un montón", añade. Después de una estancia de 15 días y tras sentir la necesidad de colaborar con Bonheur y los niños de Saint Louis, Ester decidió regresar en agosto. Ya, definitivamente, en diciembre se planteó la posibilidad de instalarse en Senegal durante un año entero. "No estoy dentro de ningún proyecto, es una decisión propia. Directamente me he unido a los chicos que conforman la asociación, que se creó en 2012 para hacer un poco más digna la vida de los niños talibé -escolares de centros coránicos que deben, según cuenta Ester, mendigar cada día para poder comer-. Hacen lo que pueden porque no tienen recursos de ninguna administración pública, sólo cuentan con los apoyos puntuales de personas particulares y de un par de integrantes de la asociación que viven ahora mismo en Europa", relata Ester. Esta educadora social asegura que "con estas experiencias aprendes mucho más de lo que intentas enseñar" Escuelas coránicas Los miembros de la asociación recorren cada día las escuelas coránicas, los centros donde viven los niños. Se trata de menores que estudian el Corán y que tienen entre seis y 18 años. Son enviados por sus padres allí. "Se trata de familias que viven en un entorno rural y que no pueden mantener a todos los niños, entonces los mandan a las ciudades, como es el caso de Saint Louis -donde estamos nosotros-, a las escuelas coránicas. Los niños tienen que mendigar cada día para conseguir la alimentación. El maestro, al final, utiliza a los niños para lucrarse él. La situación de habitabilidad, por otro lado, es terrorífica", cuenta Ester. "Desde la asociación recorremos estas escuelas y se les presta a los niños atención básica médica. Además disponemos de un terreno, que ha sido cedido por un particular, en donde los niños vienen a hacer actividades de todo tipo: música, aprender a leer y a escribir. A ejercer su derecho a ser niños", añade. Ester Atanes: "Más que por la asociación, me quedé por los niños, su situación me impactó" Mascarillas La pandemia sorprendió a Ester en Senegal, quien admite que, en un principio, "estábamos muy preocupados y con mucha tensión contenida porque no sabíamos cómo se desarrollaría el virus y las terribles consecuencias que podría tener". No obstante, admite que en Senegal se comenzó "bastante a tiempo" con las medidas restrictivas, se cerraron las mezquitas y se prohibió viajar entre regiones, además de obligar a usar mascarillas. "Se han respetado todas estas medidas porque aquí ponerse enfermo es un lujo que no te puedes permitir, explica. "Aquí la gente vive al día, compran y comen con lo que ganan a diario y no existe la posibilidad de estar días o semanas sin salir de casa", añade. Como en España, ha empezado ya la desescalada. "Se ha alargado el toque de queda y se permite la circulación entre regiones. Seguimos tomando todas las precauciones que podemos dentro de las posibilidades. Las mascarillas en las farmacias se agotaron el primer día, así que empezaron a hacerlas de tela". El peor momento, cuenta Ester, se produjo cuando la asociación se vio obligada a cerrar su terreno para actividades y los niños tuvieron que ser confinados -por lo que no podían salir a buscarse su alimento-. "Organizamos una recaudación entre familiares y amigos de España para poder repartirles a los niños esa comida que no iban a conseguir. Hemos hecho reparto de comida y jabón a 500 niños en ocho escuelas. Ahora mismo, la prioridad es que los niños puedan comer todos los meses hasta que sea posible que salgan a mendigar su comida y también estamos recaudando fondos para terminar un centro educativo, sanitario y cultural en un solar que se consiguió comprar en 2017", relata la joven. Ester asegura que "la realidad es que con estas experiencias aprendes mucho más de lo que intentas enseñar".