REPORTAJE

De la calma a la tempestad: vivir "un infierno" en Veiga de Nostre, aldea de Ourense

photo_camera David Aldonza, un santiagués que quiso asentarse en Veiga de Nostre.
David Aldonza se mudó a Veiga de Nostre (Castrelo do Val) en marzo de 2022 con la intención de comenzar una nueva vida. En enero comenzaron los problemas de convivencia con los vecinos y la vida diaria del pueblo se convirtió en un “infierno”

De película. Así es la situación que viven los pocos vecinos que habitan en Veiga de Nostre, una aldea de Castrelo do Val. Son poco más de una veintena y, desde marzo de 2022, uno más: David Aldonza, un santiagués que quiso asentarse en este pequeño núcleo. “Compramos a casa pensando que sería idónea para restaurar e asentar aquí a miña vida, despois de moitos anos vivindo en moitos lugares por traballo, quería natureza e desfrutar dunha vida tranquila”, cuenta.  

Y así fue, compró esa casa con la ayuda de su familia. Se mudó a Veiga de Nostre y comenzó su nueva vida. Los primeros meses fueron “marabillosos”, según David. “Todo o que precisaba dábanmo, e eu trataba de corresponder, axudabámonos os uns aos outros e todo ía ben, pero era tan excesivo todo que ata sentía que me faltaba intimidade, pero son xente do campo e teñen a súa forma de pensar, acepteino con normalidade”. En enero empezaron los problemas serios, algo que causó a David nerviosismo, angustia y depresión. No es ajena a esta situación su madre, María Rosa Torres, que comenzó a frecuentar más el pueblo para que su hijo no estuviera solo. “É unha preocupación constante, porque el está aquí só e vive casos surrealistas, son historias absurdas, é un acoso”, asegura la mujer.  

¿El motivo? No lo saben. Quizás “porque nós, ao vivir na cidade, non estamos acostumados a este réxime de portas abertas no que non hai intimidade, algo ao que ten dereito na súa casa”, señala Torres. David, frustrado, no logra entender la situación y lamenta que se están “comezando a pensar en vender a casa e marchar de aquí, véxome solo e eles son moitos, pero é moi inxusto”. 

Quienes tampoco saben como llegaron a esa rutina de tensión y reproches son los vecinos. “Dun día para outro comezou a meterse con nós, el chegou de Santiago e non sabemos por que motivo, nós tratamos de integralo pero non axudou, e de verdade que non entendemos o motivo dos seus comportamentos”, anota una vecina, la que pidió quedar en el anonimato. 

Dos versiones opuestas y de por medio varias denuncias en la Guardia Civil. David interpuso varias denuncias debido a las situaciones de discusión vividas. Incluso logró que un vecino tenga una condena de orden de alejamiento hacia él. También varias acusaciones de golpes de unos a otros por el medio. “Un veciño autolesionouse para dicir que fora David”, remarca tajante Torres. Un “sinfín” de malentendidos e insultos por todos lados, todo ello por diferentes formas de pensar entre ellos. 

Mientras David tomó la decisión esta semana de irse unos días con su hermano para tranquilizarse, los vecinos piden que la situación se calme y recuerdan lo buena que era su convivencia: “Aquí somos moi poucos veciños, é certo que fai moitos anos houbera problemas de convivencia, pero e que levamos moitos anos tranquilos, coas típicas discusións que teñen todas as familias, pero cunha convivencia de luxo, xuntámonos cada pouco, pasamos tempo xuntos…”, señala esta vecina de Veiga de Nostre.  

A esa convivencia también apela Vicente Gómez, alcalde de Castrelo do Val, quien se mostró preocupado ante la situación y pide que no vaya a más. Desde el Concello harán todo lo que esté “nas nosas mans para poder reverter a situación e que a convivencia volva a ser pacífica”. Gómez se pondrá en contacto con el teniente de la Guardia Civil y pedirá que los servicios sociales del Concello hagan un informe para conocer la situación.   

Todo para que la historia no se convierta en un “inferno” y no vaya a más. Y es que ya van siete meses de angustia vecinal entre unos y otros. Los vecinos piden “que volva a paz e a calma á aldea”, mientras que David y su madre están desesperados. “A que esperan para tomar medidas? Están esperando a que pase un caso como o que ocorreu en Santoalla e na película de As Bestas?”, dice Torres, quien ya no sabe como proteger a su hijo David, quien quería comenzar una nueva vida en el rural gallego. 

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