Cientos de verinenses consumieron el primero de mes en la plaza, admirando Maios, escuchando bandas o adquiriendo productos solidarios
Cumpliendo el guión y con el beneplácito de la climatología. La festividad de los Maios de la villa verinense sacó de nuevo a los residentes de sus casas para comprobar, en la plaza de la Alameda, el ingenio de los ya clásicos invitados a la muestra de las diferentes composiciones artísticas. Una vez más, la Asociación Verinense de Amigos da Música volvió a dar la nota con la elaboración de un Maio representativo de un colín con, a juzgar por su cintura, el maestro director de su coral, Edelmiro de Mateo, sobre la banqueta. Interpretaba, imaginariamente, el Can Can de Jacques Offenbach, eso sí, en su versión para acordeón.
Los numerosos visitantes comprobaban la pericia de los participantes en la exposición al son de la banda de música del Conservatorio Elemental de Verín de fondo. Clásicos, éxitos del pop, versiones de bandas sonoras y hasta un mínimo recital del valenciano Nino Bravo adaptado pudieron escucharse por espacio de una hora, la que tardó en recorrer las calles verinenses la representación de la banda de gaitas del Concello y llegar al lugar.
La música no mitigaba los comentarios del personal juzgando a los Maios participantes, con el de María Inmaculada como uno de los más significativos por su envergadura. La crítica satítica también se dejó ver y leer. Puigdemont estaba presente, bastante demacrado y sin su flequillo. Además de las coplas oficiales, gratuitamente se distribuían otras más "retorcidas", de característico color azul y con una única diana, la del Ejecutivo del Gerardo Seoane, quien se dejó ver en todo momento en la celebración. Los juegos populares y las participación de los puestos solidarios, con una vistosa Cruz Roja, completaban la oferta en la plaza verinense.
