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Hollande mantiene su reforma laboral pese a que prosigue la protesta sindical

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photo_camera Protestas en las calles de Francia ante la ley sindical impuesta por Hollande.

"No voy a ceder" a la presión de los manifestantes, aseguró el presidente de la República francesa.

El presidente de Francia, François Hollande, anunció hoy que mantendrá su polémica reforma laboral pese al frente sindical que, por sexta jornada en poco más dos meses, sacó a miles de personas a la calle contra un proyecto que consideran que debilita la posición negociadora de los trabajadores.

"No voy a ceder" a la presión de los manifestantes, aseguró Hollande en una entrevista con la radio "Europe 1", donde respaldó su reforma laboral pese a que reconoció su impopularidad.

Hollande dio un paso al frente en la defensa de un texto que se está convirtiendo en su principal problema a un año de las elecciones presidenciales.

Aunque estancado, el frente sindical no parece desinflarse y por sexta jornada miles de personas recorrieron las calles de decenas de ciudades del país en contra de la ley.

Las autoridades aseguran que 68.000 personas se manifestaron en todo el país, algo más de las 50.000 que habían contabilizado el pasado 12 de mayo en la última jornada de protesta.

Ambas cifras están lejos de las del pasado 31 de marzo, cuando en la segunda jornada de protesta contra la reforma laboral los sindicatos presumieron de haber movilizado a 1,2 millones de personas, frente a los menos de 400.000 que anunciaron las autoridades.

Aquella noche nació también la llamada "Nuit debout" (Noche en pié), la reunión de "indignados" en la parisiense plaza de la República, un movimiento ecléctico, inspirado en el 15-M español, que con el tiempo se ha ido extendiendo a otras ciudades del país.

Los sindicatos protestatarios quieren mantener vivo el movimiento y para el próximo jueves tienen convocada otra jornada de protesta.

En esta ocasión, recibieron el apoyo de los sindicatos de trabajadores del sector del transporte por carretera, que temerosos de que la reforma laboral perjudique sus condiciones, bloquearon el acceso a algunos puertos y refinerías.

Mañana será el turno de los trabajadores de la empresa pública de ferrocarriles, que tienen convocado un paro en protesta por sus propias condiciones laborales, y el jueves se les unirán los controladores aéreos, lo que dará una nueva dimensión a la protesta.

Pero todo eso no está cambiando el rumbo del Gobierno socialista francés, dispuesto a sacar la ley adelante incluso pese a la división que provoca en sus filas, lo que le ha obligado a hacerlo por un procedimiento que evita el voto en el Parlamento.

Hollande y su Ejecutivo se juegan el todo por el todo y no están dispuestos a dar ninguna señal de debilidad en este proyecto.

Al contrario, el presidente parece querer convertirlo en un símbolo de su firmeza frente a las críticas que la derecha y la extrema derecha le lanzan por su presunta debilidad contra los manifestantes.

En particular, con los actos violentos que sistemáticamente se producen al final de cada una de esas jornadas de protestas, que los conservadores atribuyen a la falta de mano dura del Ejecutivo.

"Una manifestación violenta debe ser prohibida", aseguró el jefe de filas de los conservadores en la cámara baja, Christian Jacob.

El primer ministro, Manuel Valls, respondió asegurando que el Gobierno no puede conculcar los derechos ciudadanos, pero que tampoco puede permitir que se multipliquen esos actos violentos, que atribuyó a grupos de radicales.

Solo en la jornada de hoy, la policía procedió a 87 arrestos en diversas ciudades, muchos de ellos por llevar armas de fuego y otros por lanzar objetos contra las fuerzas del orden.

En total, desde que comenzó la oleada de protestas contra la reforma laboral, un millar de personas han sido detenidas por actos violentos.

Valls anunció que la policía actuará para mantener el orden y aseguró que se reforzará el dispositivo policial en aquellas ciudades donde los radicales están actuando con más violencia, como es el caso de Rennes.

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