El futuro del país preocupa más que nunca, a tres semanas de que asuma la presidencia de la UE

Incertidumbre en Bélgica tras la victoria de los separatistas

El líder de los nacionalistas conservadores flamencos (N-VA), Bart de Wever.
El futuro de Bélgica como país preocupa hoy más que nunca después de la histórica victoria electoral de los nacionalistas conservadores flamencos (N-VA), partidarios de la independencia de Flandes, en plena crisis económica y a menos de tres semanas de asumir la presidencia rotatoria de la Unión Europea.
La Comisión Europea mostró ayer su confianza en que Bélgica ejerza una presidencia de la UE 'efectiva y ambiciosa' a partir del próximo 1 de julio, pese al cambio de Gobierno, según una de sus portavoces, Pia Ahrenkilde. Bélgica 'es uno de los países fundadores de la UE y, como tal, esperamos que continúe mostrando un compromiso firme e importante', añadió.
Las elecciones generales celebradas el pasado domingo, convocadas de forma anticipada tras la última caída del Gobierno a causa de la arraigada disputa lingüística entre flamencos y francófonos, confirmaron un ascenso de la derecha nacionalista del N-VA en el norte del país que resultó mucho más marcado de lo que apuntaban los sondeos.
La Nueva Alianza Flamenca (N-VA) se hizo con 27 de los 150 escaños de la Cámara federal, seguida de cerca por los socialistas francófonos (26 asientos, 6 más que en la actualidad), que fueron los más votados en Valonia, la mitad sur del país, y además consolidan una posición de liderazgo a escala nacional junto a los socialistas flamencos (SP.A), que acumulan 13 escaños.
Los grandes perdedores de estas elecciones fueron los liberales tanto flamencos (Open VLD) como francófonos (MR), pues ambos consiguieron cinco escaños menos que en los comicios de 2007 y probablemente quedarán fuera de la futura coalición de Gobierno.
En el sur de Bélgica, aparte de la victoria socialista, resulta significativo el retroceso de los liberales del MR, que ha motivado el anuncio de renuncia de su líder, Didier Reynders, ministro saliente de Finanzas, quien dejará el cargo cuando acaben las negociaciones para la formación de Gobierno.

Iniciativa

Los líderes de las principales formaciones políticas del país evitan de momento hacer pronósticos sobre la composición del próximo Ejecutivo, pero todos se declaran a la espera de lo que pida el N-VA, condenado por su victoria a marcar el ritmo y tomar la iniciativa. El líder del N-VA, Bart De Wever, que se reunió ayer con el rey Alberto II, insistió esta jornada en que quiere negociar con los partidos flamencos y francófonos, pero no descartó que los francófonos prefieran excluir a su formación, en cuyo caso, adelantó, 'tendrán que atenerse a las consecuencias'.
Además, recalcó que está preparado para asumir sus responsabilidades y ceder el puesto de primer ministro a un francófono, tras treinta años de liderazgo flamenco, si con ello logra garantizar que se lleven a cabo las reformas necesarias. En caso de que esta opción se materialice, el puesto recaerá con toda probabilidad en el socialista valón Elio Di Rupo.

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