Millones de afganos se refugian del hambre y la guerra en el vecino Irán

Soldados italianos de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) inspeccionan las armas y la munición interceptada en las afueras de Herat.
Madineh tiene apenas 53 años, el rostro arrugado de una anciana y recuerdos inmóviles de su localidad natal, Kunduz, un tradicional bastión Talibán cercano a la frontera con Tayikistán. La abandonó cierta noche de 1979, al abrigo de las sombras, aterrada por las bombas del Ejército soviético que le obligaron a dejar atrás a su familia en busca de refugio seguro en el vecino Irán. Desde entonces, casi 4 millones de afganos han huido igualmente de la guerra y el hambre a través de esa frontera, considerada una de las más peligrosas del mundo.

Coto de señores tribales de la guerra y principal puerta de salida de la droga cultivada en Afganistán, es frecuente escenario de tiroteos entre narcotraficantes, contrabandistas de armas, grupos islamistas yihadistas y Fuerzas de Seguridad iraníes.

'Crucé a pie con más personas de la misma región, guiados por hombres armados. Estuvimos durante varios días en diversos lugares hasta que llegamos aquí', explica Madineh en Efe en el campo de refugiados de Bahar, un suburbio de la ciudad meridional iraní de Shiraz.

Allí, en una casa de fríos bloques de hormigón vive desde hace tres décadas con dos hijos y un único deseo: poder retornar algún día a la tierra que le vio nacer.

'Mi padre todavía vive allí, deseo viajar pero todo depende de la seguridad', explica envuelta en un chador azabache que deja entrever un rostro cincelado por las cicatrices del tiempo y sus tatuajes pastunes.

Según estadísticas oficiales, durante las tres últimas décadas Irán ha acogido en su territorio a la mayor población de refugiados del mundo, compuesta principalmente de afganos e iraquíes huidos de las guerras.

En la actualidad, el Alto Comisionado de la ONU para asuntos de Refugiados (ACNUR) tienen censados cerca de un millón de expatriados forzosos afganos, aunque se considera que hay decenas de miles más no registrados.

Expertos de Naciones Unidas e investigadores independientes coinciden en alabar la política de acogida de las autoridades iraníes, 'clave para evitar más problemas en una región ya de por sí muy inestable'.

'La República Islámica tiene una política de asilo muy generosa ya que todos los servicios que da a sus nacionales están también accesibles para los refugiados', explica a Efe Carlos Zaccagnini, representante de ACNUR en Irán.

Sin embargo, la crisis económica que sacude la antigua Persia amenaza con anegar este paisaje en apariencia idílico.

Cae la tarde, y las calles sin asfaltar del campo de Jahrom se cubren de sombras mientras las primeras luces prenden en las casas de hormigón y las tiendas de tela.

Un grupo de chicas regresa de la escuela con sus uniformes rosas y velos blancos entre la algarabía de los más pequeños, que corretean entre las cabras.

'Yo tengo tres hijas, cada una de las cuales paga sesenta dólares al año por ir a la escuela', explica a Efe, Mayid, un hombre de 38 años originario de Samaga que se gana la vida como jardinero con un sueldo aproximado de 120 dólares al mes.

Es uno de los 300.000 afganos a los que el Gobierno ha concedido este año un permiso de trabajo -y residencia- por el que paga unos 300 dólares anuales.

La citada regularización laboral 'ha sido un logro considerable porque normalmente países donde se asila a los refugiados no tienen siempre las posibilidades de trabajar legalmente', resalta Zaccagnini.

Sin embargo, Mayid se queja de que las condiciones de vida de los refugiados se han deteriorado considerablemente en los últimos cinco años.

Situados en el estrato más bajo de la sociedad, suelen ocupar las labores peor remuneradas y aquellas que los iraníes no quieren realizar.

Excepto para unos pocos que han prosperado como comerciantes y pequeños empresarios, la creciente inflación ha depauperado su pobre poder adquisitivo.

Responsables de ACNUR temen que el nuevo plan del Gobierno para sustituir los subsidios por ayudas directas a la población termine de agravar la situación de los afganos, obligados a permanecer debido al repunte de la violencia en su país.

Desde 2002, y animados por la efímera mejora de la seguridad en Afganistán y el programa de ayuda para la repatriación de ACNUR, alrededor de 1,8 millones de afganos asilados en Irán han retornado a su país.

A lo largo de 2009, solo 3.123 decidieron empaquetar sus vidas y regresar al hogar.

Irán culpa del frenazo a la presencia militar internacional y argumenta que la política de las grandes potencias es la raíz de la violencia en aquel país.

Los expertos, por su parte, advierten sobre el grave problema que podría generar en la región una expulsión o un regreso masivo de los refugiados afganos en Irán.

'Es un problema de todos.. Pedimos a la comunidad internacional es que nos ayuden a preparar el terreno para el regreso de los refugiados', concluyen.

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