Asuntos globales

Una nueva era geopolítica

Putin, en una comparecencia pública ante los medios. (ALEXANDER SHCHERBAK)
photo_camera Putin, en una comparecencia pública ante los medios. (ALEXANDER SHCHERBAK)

No es un misterio. Sabemos el día y la hora en que los fundamentos del orden mundial saltaron por los aires. Esa fecha esta escrita con letras de sangre en la columna vertebral de la historia occidental. Será imposible olvidar el 24 de febrero del 2022, el día en que el siniestro presidente ruso Vladimir Putin lanzó a sus ejércitos sobre Ucrania. Un soñoliento e incrédulo Occidente entraba en una nueva era y descubría la naturaleza despótica del zar del Kremlin. Lo inesperado había llegado sacudiendo las raíces de la convivencia europea. Desde entonces los amaneceres de todos los días iluminan los destrozos y las cenizas que los misiles dejan sobre Ucrania, pero también vemos como el pueblo y el ejército ucranios no solo resistían los embates del ejército ruso sino que lanzan victoriosas ofensivas, humillantes para el ejército ruso y revelan las carencias de los invasores. No cabe duda de que el presidente ruso se ha convertido en el enemigo número uno de la paz mundial. Cuando se especula sobre las razones que llevaron a Putin a esta descabellada aventura suele decirse que desea recuperar la grandeza perdida del antiguo país y que siempre consideró Ucrania como la cuna mística de la eterna Rusia. Sin embargo, lo que realmente ha destruido es la joven democracia que crece en Kiev. Nadie creyó a Putin cuando dijo que enviaba a sus ejércitos a Ucrania para liberarla de un gobierno de nazis degenerados y corrompidos bajo la bota de occidente.

En sus planteamientos estratégicos y analíticos, Putin se equivocó de medio a medio. Pensaba que se romperían las débiles estructuras occidentales y en concreto las europeas. Sucedió todo los contrario, la misma brutalidad del concepto y la realidad de una guerra de corte medieval en el centro de Europa fortaleció la cohesión de la Unión Europea y sirvió de aglutinante de todos los países de la OTAN en apoyo de Ucrania. Putin había hecho el calculo contrario, como Ucrania no formaba parte de esa organización defensiva, los países que la integran no moverían un dedo en su ayuda. La realidad es diametralmente opuesta, la implicación apoyándola con armamento ha ido creciendo de día en día y el presidente Zelenski se ha convertido en el héroe y el ídolo de los valores occidentales. Alemania que después de la derrota del nazismo había renunciado a las apuestas por la militarización terior y las inversiones en defensa ha cambiado de opinión, ahora envía armas a Ucrania y se rearma después de un pacifismo cercano al inmovilismo. El anuncio del cambio drástico en la política de defensa y armamento lo hizo el canciller Olaf Scholz el 27 de febrero, tres días después, de la invasión de Ucrania al declarar: “Putin quiere establecer un imperio ruso. Nosotros debemos invertir mucho más en la seguridad de nuestro país para defender nuestra libertad y nuestra democracia.”   

La inesperada agresión rusa perturbó el mapa de las alianzas con Moscú. Países tan significados de mantener buenas relaciones con Moscú como la Hungría de Orbán o la Checoslovaquia de Zeman, amigos y defensores de Putin, le criticaron. La casi totalidad de los países del mundo, con excepción de algunos considerados en la orbita moscovita como Cuba, Nicaragua, Venezuela o Irán condenaron y siguen condenando la invasión. Incluso China e India considerados aliados naturales de Moscú se abstienen de mostrarle un apoyo abierto. Entrar en la OTAN es la aspiración de muchos estados que antes consideraban que la Alianza estaba en estado de muerte cerebral. Este año, Putin contempla con estupor como Finlandia y Suecia, dos países símbolos de las reticencias sobre la OTAN, piden fervorosamente la entrada.

Nadie duda de que esta guerra es una interminable tragedia de muertes, hambre, frío y desolación. El cúmulo de horrores que estamos viendo tiene un solo responsable: se llama Vladimir Putin. El siniestro excoronel de la KGB, se está convirtiendo en el paria global del universo, incluso en la misma Rusia se escuchan cada día con  más fuerza voces opositoras y se irán multiplicando cuando vean los cadáveres de los soldados caídos en los frentes de combate. Todas estas tragedias pueden desembocar en una desestabilización interna del régimen. Ojalá.

Putin sigue negando la realidad al calificar de operación especial lo que es una guerra en todas sus dimensiones. Creía que sus soldados serían recibidos como libertadores y que el pueblo saldría a recibirles con aplausos y poniendo flores en la punta de sus fusiles como sucedió en Portugal en abril de 1974.

Desde que llegó al poder hace 22 años Putin busca por todos los medios establecer un orden internacional favorable a Rusia, recuperar el clima de la guerra fría, cuando la Unión Soviética era una de las naciones copríncipes de este mundo. Putin vive con una enorme frustración la salida del orden bipolar. Para él, la OTAN debe disolverse y ve estupefacto como ocurre todo lo contrario, mientras el viejo Pacto de Varsovia se ha perdido en las viejas tinieblas de la historia. Al convertirse en el primer presidente de la Rusia postsoviética trotó de retener varios territorios de la antigua URSS. Libró una guerra terrible y devastadora contra Thechenia, arrasando literalmente la capital Grozny y comenzó otra serie de conflictos en las mismas puertas de Europa. Provocó una guerra relámpago contra Georgia, la república ex soviética por haberse atrevido solicitar la integración en la OTAN, la castigó facilitando la independencia de dos de sus provincias separatistas. En 2014 se adueñó de Crimea y de las provincias del Donbás que ahora Ucrania trata de recuperar en un alarde de fuerza, coraje e inteligencia.

Después de la caída de la URSS en 1991, el país se había visto abocado a un drástico desarme a causa de la debacle económica. Putin se lanzó a la reconstrucción de las fuerzas armadas gracias al importante crecimiento económico de este siglo. Antes del fatídico 24 de febrero en que lanzó a sus tropas sobre Ucrania, Putin pensaba que su ejército era una poderosísima maquinaria de guerra. La supuesta eficacia de su ejercito la desmienten las derrotas que está sufriendo en el campo de batalla. Para paliar esta realidad ante la opinión publica de su país y del mundo, Putin y sus  coristas dejan entrever un plan B, aludiendo a su potentísima fuerza nuclear. Una amenaza que conociendo su tenebroso cerebro, es posible que viéndose acorralado, no dudaría en llevar a la práctica. Temible.

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