Los equipos de rescate no pueden acceder a la zona en la que están por la toxicidad del aire

Nueva Zelanda da por muertos a los 29 mineros atrapados

El primer ministro de Nueva Zelanda, John Key, admitió ayer que ya hay pocas posibilidades de hallar con vida a los 29 mineros que llevan cinco días bajo tierra pero no pueden ser rescatados porque es demasiado peligroso. 'Las familias están frustradas, nosotros estamos frustrados, el país está frustrado', lamentó Key, quien ayer todavía creía en un desenlace feliz para los atrapados.
El líder neozelandés señaló ante el Parlamento de Wellington que todavía no es posible bajar al pozo donde se encuentran los mineros, pues éste sigue lleno del mismo gas metano que causó la explosión que el pasado viernes derrumbó una galería de la mina de carbón de Atarau en la Isla Sur. Los equipos de rescate continúan esperando a que la toxicidad del aire se reduzca a un nivel que les permita entrar a sacar de allí a los 29 empleados de la empresa Pike River, tras fracasara la idea de emplear un robot articulado para inspeccionar el interior. Éste se averió por la humedad a los 500 metros de entrar en la mina, y los dispositivos de repuesto enviados desde Australia y Estados Unidos no llegaban hasta la noche pasada.

Pike River difundió ayer el vídeo de la explosión para intentar apaciguar a las exasperadas familias de las víctimas. En la grabación de las cámaras de seguridad se ve una especie de polvillo blanco saliendo de la entrada de la galería antes de la sacudida, y -según la empresa- demuestra el 'grave peligro' que supone entrar para rescatar a los mineros.


REUNIÓN CON LOS FAMILIARES

La explosión fue tan potente que hizo temblar parte de un valle cercano y reventó en la superficie las rejillas del sistema de ventilación, indicó el consejero delegado de Pike River, Peter Whittall. Whittall se reunió con los familiares, algunos de los cuales se marcharon de la sala antes de que se emitieran las imágenes.

Los únicos que no parecen haber perdido la fe son los propios socorristas, que aguardan con paciencia que los análisis de la composición del gas den luz verde para iniciar la operación de salvamento. Su jefe, Trevor Watts, explicó que no se trata tanto de que el aire esté viciado sino el alto riesgo de que pueda ser inflamable y genere otro estallido como el que hundió la mina. Cuando eso ocurra, cada socorrista descenderá a la mina provisto de 25 kilos de aparatos para respirar, y tendrán que caminar 2,5 kilómetros cuesta arriba para alcanzar donde se cree que están los mineros, que llevan cinco días incomunicados y sin alimento. 'Estamos ante una situación muy seria y cuanto más se prolongue, menos esperanza hay, y tenemos que ser realistas', lamentó el mando policial Gary Knowles.

Los equipos de rescate también siguen taladrando con máquinas perforadoras un pequeño túnel en la montaña que les permite conectar el pozo con el exterior, aunque les está costando mucho penetrar los últimos metros por la dureza de la roca. Además de analizar el gas, se quiere instalar un cable para comprobar si pueden escuchar golpes o alguna señal de vida.

Te puede interesar