Qué falta de civismo demostró el propietario de este vehículo a la hora de dejarlo estacionado debajo de uno de los arcos del Puente Romano de Ourense. Entiendo que haya que ser un poco permisivos, pero todo tiene un límite, pues el dejar el coche aparcado de esa manera, obstruía el paso de los peatones, y no digamos de minusválidos con silla de ruedas o personas con un carrito de bebé, lo que les obligaba a invadir una carretera tan saturada de tráfico como la que transcurre paralela al río Miño. ¿No se dice que la libertad de uno acaba dónde empieza la de los demás? Pues tome nota.
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