Los insultos y el nerviosismo de un destacado taurino

La toma de conciencia por parte de la Sociedad de la necesidad de erradicar la tortura de toros como una tradición permitida y subvencionada por el Estado, está poniendo muy nervioso al mundo taurino.
En toda lucha de carácter social tendente a lograr un cambio en aras de una mejora en los derechos y libertades de determinado grupo al que otro mantiene sometido amparándose en que una legislación injusta se lo permite, uno de los indicadores más fiables para comprobar si se está siguiendo el camino adecuado para alcanzar dicho objetivo, es observar el grado de nerviosismo del colectivo que pretende mantener sus prebendas aún a costa del perjuicio que con ello causa a determinados seres y para ello, se opone de forma compulsiva a que se produzca cualquier transformación con tal de no perder la impunidad legal para seguir obteniendo beneficios de sus abusos todavía lícitos sobre seres que se encuentran en la más absoluta indefensión.

Y parece que algo así está ocurriendo con una de las luchas que ya desde hace tiempo se libran no sólo en nuestro País, escenario del conflicto, sino también a nivel supranacional, porque esta batalla es una cuestión presente y que cobra más fuerza cada día en el Parlamento Europeo; me refiero a la demanda mayoritaria de la Sociedad para que se supriman las corridas de toros y cualquier espectáculo de los que se celebran en España y en los que se utiliza a este animal como objeto de maltrato y muerte; tradiciones brutales que siguen vigentes y constituyen una lacra que debe de ser eliminada no ya porque desde Europa nos contemplen como unos sádicos y salvajes, sino porque la gran mayoría de los ciudadanos de este País, cuya inteligencia y sensibilidad no permanecen ancladas en un pasado en el que el respeto a la vida la consideración hacia seres inferiores o más débiles eran inexistentes, no quieren seguir siendo testigos de semejante crueldad, no les divierte, no les parece una muestra de cultura, no anhelan que sus hijos hereden la imposición de tales costumbres sangrientas y tampoco desean seguir contribuyendo económicamente a su mantenimiento, puesto que por más que aborrezcan la tortura como forma de entretenimiento y negocio, una parte de su declaración de la renta va directamente destinada a sostener la tauromaquia. Todos los españoles, insensibles con el maltrato a los animales o indignados ante los tremendos casos de suplicio que padecen estas criaturas, aportan dinero para que una pica destroce los músculos y órganos de un toro o para que un caballo quede destripado sobre la arena de una cornada.

Los continuos actos de protesta, las movilizaciones, las campañas informativas, los reportajes de denuncia efectuados por algunos medios de comunicación y la divulgación de esta realidad, han conseguido que desde el ámbito taurino expresen ya sin reservas su miedo porque ven peligrar su “Fiesta”. Por supuesto que estos defensores de la barbarie tampoco quieren que se prohíban tradiciones como el Toro de la Vega, el de Coria, el de Medinaceli, los embolados o los Bous al Carrer, ya que en una actitud lógica y coherente la erradicación de esas costumbres salvajes tendría que ir de la mano de la abolición de las corridas de toros, puesto que el sufrimiento del animal es similar y supone en todos los casos una exaltación de la tortura, no pudiendo ésta estar protegida bajo ninguna circunstancias en una sociedad avanzada y respetuosa con su entorno.

Y un ejemplo notorio y muy ilustrativo del nerviosismo del sector taurino lo tenemos en los artículos que desde su Página está difundiendo un destacado taurófilo, D. Juan José de Torres, antiguo Vicepresidente y actualmente Secretario del Foro Cultural (sic) “3 taurinos 3”, así como conferenciante y cronista habitual del mundo de la tauromaquia. Por resumir sus principales argumentos al respecto digamos que una de las bazas con las que más juega es identificar a los antitaurinos con los “progresistas”, utilizando este término de forma peyorativa. Así tan pronto dice que: “continúa el ataque de los toros desde la progresía por parte de la sobrina del factotum progresista Iñaki Gabilondo en el Programa Caiga Quien Caiga…”, como indica que: “hay que hacer frente a estos discursos de intelectualidad progre porque Europa con una simple directiva puede eliminar las corridas”; o llama “cachorros socialistas” a los miembros de esta Formación Política que no hace mucho presentaron una enmienda en el Congreso del PSOE madrileño para que la Agrupación se decantase por la eliminación de las corridas de toros. En otra parte de sus artículos afirma que: “el peligro de que en una Sociedad tan hipócrita como la nuestra arraigue el mensaje (antitaurino) es máximo”.

Veamos, este individuo califica de “peligro” la petición de gran número de personas para que la tortura de animales deje de ser un acto legal. No le importa el dolor del toro, ni su espantosa agonía o la forma tan cruel de matarlo; le trae sin cuidado que los niños crezcan observando como la violencia es asimilada como una manifestación cultural; este hombre sólo piensa en que puede quedarse sin su particular diversión y lo que para otros sería superar conductas brutales, sangrientas y anacrónicas, para el es un “peligro”. Y claro, una Sociedad que hace suya la causa de la defensa y respeto de los animales para él es hipócrita. Ahora toca preguntarse cómo tenemos que calificar nosotros, los que él llama ciudadanos falsos y farsantes, los argumentos que emplean los taurinos cuando dicen que el toro no sufre, que es feliz en la plaza mientras le clavan las banderillas o que ellos aman al toro más que nadie. ¿Somos realmente nosotros los embusteros?.

En otro párrafo expone que la demanda por parte de colectivos antitaurinos para que no se retransmitan corridas de toros en las televisiones puesto que aparte de no ser de interés general, suponen el hecho de difundir un espectáculo cruel, es una postura que “denota nacionalsocialismo (nazismo) en estado puro”. Así que para el Sr. De Torres solicitar que no se convierta en un acto lúdico la tortura y muerte de seres vivos es una actitud nazi. Curioso, porque yo identifico más el reventar a un toro a lanzazos, cortarle los testículos, ensartarle bolas ardiendo en los cuernos, clavarle una pica y ejercitar el “mete-saca” con ella dentro de su cuerpo o atravesarle los pulmones para que se ahogue en su propia sangre con las atrocidades cometidas en los campos de exterminio, que el reivindicar que no se someta al animal a padecimientos físicos y que tal aberración no constituya un espectáculo televisivo.

Y lo que más asusta al Secretario de “3 taurinos 3” es el hecho de que esté calando la idea de que los ciudadanos podamos elegir si queremos que parte de nuestro dinero vaya o no a financiar festejos taurinos, en vez de que lo estemos haciendo obligados como hasta ahora y la cantidad que se destina a ello actualmente no es pequeña precisamente, estamos hablando de alrededor de 550 millones de euros anuales. Este hombre, como todos los partidarios de continuidad de las corridas, sabe que sin esa subvención por parte del Estado su “Fiesta” desaparecerá de inmediato, porque la afición es cada día más escasa y la inmensa mayoría de los jóvenes se niegan a ser cómplices de semejante crueldad. A este temor, más que fundado, de que los españoles empecemos a ejercer nuestro derecho de poder decidir sobre tal cuestión, se suma su aprensión por saber que desde el Parlamento Europeo, en el que cada día más voces se alzan contra esta vergüenza que en España continuamos permitiendo, se puede gestar el fin de la tortura de toros como una bestialidad legalizada. En este sentido el Sr. De Torres, el mismo que ve un “peligro” en la desaparición de las corridas, el que llama nazis a los antitaurinos, el que califica de hipócrita a una Sociedad que rechaza la tauromaquia, en su obsesiva cruzada contra todo aquel que no comparta su afición por ver sufrir a un animal, llega a afirmar en sus artículos que en el Parlamento Europeo: “manda la Comisión, un mundo corrompido por los lobbies, el PACMA (Partido Antitaurino contra el Maltrato Animal) y adláteres…”.

Y este sujeto tan curioso, después de escribir sus alegatos en pro de esta crueldad lícita, de insultar a personas, a formaciones políticas, a organismos europeos e incluso a un altísimo porcentaje de la sociedad española, tiene la desfachatez de exponer cuál es para él el mecanismo de defensa decisivo para luchar contra la creciente sensibilidad a favor de la abolición de la tauromaquia: “pedir que se cumpla la Constitución”. Sin embargo, en la siguiente línea, mostrando una vez más su calaña y cuáles son sus verdaderos sentimientos y el absoluto desprecio que siente tanto por la vida de un toro como por aquellos que ejercitan su libre derecho a defenderlos, dice que: “es mucho pedir (que se cumpla la Constitución) para una sociedad aborregada y que se deja manipular”. El Señor que nos llama nazis resulta que no quiere perder el privilegio de seguir divirtiéndose con la tortura y agonía de un toro y para él, los que no comparten su malsana afición, son una pandilla de borregos.

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