El mobiliario urbano intenta hacerle más fácil la vida al ciudadano, sin embargo cuando éste se deteriora el efecto puede ser el contrario, como ocurre con las barandillas en la plaza de O Couto, que en lugar de proteger al peatón lo que hace es agredirlo. Alguna tibia despistada puede salir mal parada de tropezar con los restos que allí están tirados, pues el tiempo pasa y el Concello de Ourense pasa de repararla. Hay que reconocer que gran parte de la culpa la tienen los coches que aparcan mal y la golpean, produciendo su rotura. Si se sancionara a quienes lo hacen asiduamente, a lo mejor hoy no estaríamos hablando de este asunto.
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Carlos Boo
07/jul./17 - 00:37
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