Un vecino de Boborás quiere que el párroco retire los altavoces de la espadaña para poder dormir

Huelga de hambre por el ruido que causa el reloj de la iglesia

Carmen Rodríguez y Juan Ruiz, ante uno de los carteles en los que anuncia la huelga de hambre. (Foto: MARTIÑO PINAL)
Juan Ruiz, vecino de Morouzón, pueblo con una veintena de habitantes perteneciente a la parroquia de Cameixa, en el Concello de Boborás, ha decidido iniciar el día 22 de diciembre una huelga de hambre indefinida porque ya no soporta más el anuncio de las horas durante el día y por la noche a través de dos altavoces situados en el campanario de la iglesia, a unos 70 metros de su casa. Se ha dirigido a los vecinos y al párroco para acabar con lo que se ha convertido para este vecino y su mujer, Carmen Rodríguez, en un suplicio, pero no han atendido su petición.
Así que colocaron carteles por el pueblo anunciando la huelga, que tiene previsto hacer situándose con su furgoneta ante la puerta de la iglesia. Juan Ruiz y Carmen Rodríguez aseguraron que no quieren enfrentamientos con los vecinos ni con el cura y por eso descartan la denuncia que podrían tramitar por ruidos molestos.

Ante la impotencia que sienten, optan por la huelga para llamar la atención sobre una situación que 'está acabando con nuestra salud', señalan. La pareja reside desde hace cuatro años en Morouzón y, según Juan Ruiz, 'si hago ahora la huelga es porque durante dos meses el reloj estuvo sin funcionar y podíamos dormir hasta que lo pusieron el viernes pasado en marcha'. Entre el vecindario hay diferentes opiniones y son muchos los que defienden que se mantenga el reloj porque 'está ahí desde hace más de 40 años y lo pagamos los vecinos. Si le molesta, que instale un sistema automático para que no suene de noche', indica Gloria Iglesias, añadiendo que 'a todos nos gusta que suene y también escuchar la misa cuando no podemos ir a la iglesia'. Y es que las quejas de Juan Ruiz también se extienden a la emisión por los altavoces de los actos religiosos que se celebran en la iglesia. 'Son 48 veces las que suena el reloj, marcando las horas y las medias, con música de Ave María, y ya no puedo más. Haré la huelga aún a costa de mi salud, aunque deseo que no sea necesaria y que los vecinos y el cura atiendan mi petición', asegura Juan Ruiz.

Aunque hay vecinos que no están dispuestos a ceder en este conflicto, hay otros más condescendientes, que reconocen el exceso de volumen y las molestias que ocasiona. José Manuel Janeiro tiene casa en Morouzón, donde reside su madre, y manifesta que 'pienso que debería funcionar sólo de día y con un volumen más bajo, porque hace mucho ruido'.

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