El aumento de población repercute en las averías

El reventón de una tubería dejó a los vecinos de Curros Enríquez 10 horas sin agua

El regreso de emigrantes en Carballiño en verano repercute en un incremento del gasto de agua, originando presión en las tuberías viejas del abastecimiento y su posterior rotura cuando el consumo desciende. Una avería en la calle Curros Enríquez dejó sin suministro a los vecinos y hosteleros durante 10 horas.
Las roturas de las antiguas canalizaciones de la red de abastecimiento de aguas de Carballiño son más frecuentes en la época estival, según indicaron fuentes de Aquagest, concesionaria de este servicio municipal. Todo ello, debido al número de familias de emigrantes en Alemania, Suiza, Francia y Argentina que regresan a la villa del Arenteiro para pasar sus vacaciones de verano.

Una población eventual que ‘oscila entre las 1.000 y las 2.000 personas en el mes de julio, pero que entre agosto y septiembre supera con creces las 5.000, lo que supone un porcentaje elevado sobre las 9.000 que habitan normalmente la villa’, apuntan el concejal de Servizos Públicos, Edelmiro Mateo Prado.

Distribución

‘Los fallos se producen por un desequilibrio en la presión que circula por las tuberías, que disminuye cuando el gasto de agua es grande en domicilios y locales de hostelería y aumenta cuando cae el consumo’, apuntaron técnicos de la empresa. La primera avería grave fue detectada al filo de las tres de la tarde del pasado miércoles en la calle Curros Enríquez, por cuyo subsuelo discurre el ramal de distribución de agua procedente de la estación potabilizadora de Seoane. Los operarios de Aquagest intentaron sin éxito la reposición de la canalización dañada y tuvieron que reanudar los trabajos en la mañana hasta solucionar la avería.

Debido a las obras, unos 1.000 vecinos y propietarios se quedaron sin agua hasta pasada la una de la madrugada, un total de 10 horas. Esta situación motivó a los titulares de cafeterías y restaurantes de la zona comprendida entre las calles Cerca y Parrondo a cerrar sus negocios antes de la hora habitual de clausura (entre 1,30 y 2,30 horas), ‘xa que non tiñamos auga para a máquina de café e tampouco para poder preparar platos na cociña’, comentó la propietaria de un mesón.

Te puede interesar