Acusa a su vecino de un atropello adrede en Padrenda y con ensañamiento para sufrir

Rafael M. tiene claro que su vecino Joaquín N.F., de 59 años, lo atropelló adrede el 9 de junio de 2019, sobre las tres y media de la tarde, en la OU-801, una carretera poco concurrida de Padrenda, y acto seguido, según dijo ayer su abogado en el juicio, “le dio donde pudo con el palo durante el tiempo que le pareció oportuno”. Y no le vale la carta que meses después le envió para pedirle perdón. Y aunque cambió la acusación de tentativa de homicidio y omisión del deber de socorro por otra de lesiones con instrumento peligroso, la petición de pena no la bajó: cuatro años y medio de cárcel al aplicarle la agravante de alevosía. El fiscal acusa por el mismo delito pero reclama algo menos, tres años y medio. El abogado defensor reconoce que su cliente apaleó a Rafael pero no le atropelló. Pero lo exime de responsabilidad penal porque sufrió un arrebato, según esa versión, que le nubló la cabeza. “Notó que la ardió el estómago y perdió el control porque no soportó que insultase a su mujer”, aseguró. E intenta aminorar la pena con el hecho de que confesó que había sido él a la Guardia Civil antes de su detención y que consignó 15.100 euros en el juzgado para la víctima, quien pide, además, otros 25.000, por el daño moral que sufrió. Joaquín N.F. es un hombre emocionalmente estable, aseguró su representante legal, pero tuvo un impulso agresivo en cortocircuito cuando la otra parte mentó a su esposa. Asegura que cuando vio a Rafael, que iba caminando a un bar próximo a su casa, intentó hablar con él para limar rencores pasados por comentarios ofensivos. El inculpado, que no declaró nunca en este proceso penal, tan siquiera durante la instrucción, solo se confesó ante un psiquiatra. A este profesional fue a quien contó lo de los insultos a su mujer y la pérdida de los estribos. A través de un perito que estudió la escena del delito, también declaró que no lo atropelló sino que la víctima perdió el equilibrio por la proximidad del coche. La forense, por contra, no opina lo mismo ya que apreció lesiones compatibles con el atropello y una acción de arrastre. Rafael sufrió politraumatismos, fractura de tres costillas, un dedo de la mano y contusión hepática y renal que le supieron más de 100 días de baja. “LOS PERITOS NO SON DIOSES” El abogado de Allianz, la compañía del vehículo implicado, que en caso de condena debe responder solidariamente junto al acusado de la indemnización, destacó que “los peritos no son dioses” para restar validez al informe forense. La acusación particular también puso el foco sobre el hecho de que el denunciado nunca quiso declarar por lo que el supuesto arrebato no quedó acreditado, dijo. Recordó que fue el inculpado quien salió al encuentro de la víctima “porque guardaba rencor en su interior”, recordando que las lesiones “son una prueba objetiva del atropello”. Para el abogado, dos acometimientos -el atropello con el vehículo y después la agresión con el palo- restan credibilidad al supuesto arrebato.