Uno de los dos acusados, Francisco Javier G.H. (44 años), del asesinato del parricida Fernando Iglesias Espiño cuando disfrutaba, en agosto del 2018, de un permiso penitenciario, reconoció ayer en el Juzgado de Carballiño que cuando fue detenido llevaba un mes pirateando fluido eléctrico en una granja avícola que regentaba en el municipio de Maside. El imputado declaró por videoconferencia desde la prisión de Pereiro y aceptó una multa de 120 euros y el pago de otros 457 a la compañía eléctrica.
Fernando Iglesias Espiño (63 años) cumplía condena por haber matado a su mujer y sus dos hijos en Gran Canaria en 1996. Cuando salía de permiso, solía trabajar en la citada granja, en la que la Guardia Civil puso el foco tras su desaparición. Los agentes descubrieron, a mediados de diciembre del 2018, los enganches ilegales y cientos de pollos muertos durante un destierro para localizar el cadáver dentro de la explotación avícola. Los guardias civiles continuaron con la investigación y hallaban el cuerpo sin vida del recluso en ese mismo mes, enterrado en una finca de Cea. Francisco Javier G.H., que conoció a Iglesias Espiño en prisión, fue detenido junto a Óscar G.G., de 39 años, como presuntos autores del crimen. Ambos están a la espera de ser enjuiciados.
