VENEZUELA

“Ahora, la riqueza en Venezuela es estar vivo y tener para comer"

photo_camera Concentración en la Praza Maior de Ourense para pedir más libertad en Venezuela, el pasado abril.

Los ourensanos del país sudamericano sufren la inseguridad mientras plantean el retorno a Galicia

"Esto ya no es lo que era". Los ourensanos que viven en Venezuela intentan sobrevivir en un país en el que el dinero ha perdido el valor. "Ahora la riqueza en Venezuela se mide en estar vivo y tener para comer", señala José Manuel Framil, natural de A Manchica, donde vivió hasta los 12 años. Recuerdo nostálgico cuando sus regresos veraniegos a Ourense con su madre cuanto tenía 15 años: "Íbamos al banco y el bolívar era la tercera moneda más fuerte". Ahora, dice Framil, su lucha es sobrevivir día a día y seguir enviando a España a los hijos que le quedan. "No sé a dónde irá a parar este país, en guerra civil no creo, pero no se sabe". 

Mariela Álvarez, que tiene a toda su familia en Ourense, también recuerda cómo han cambiado las cosas en poco tiempo. "Recuerdo que antes de que se marchara mi padre, hace unos cinco años, el litro de leche estaba 55 bolívares, ahora vale más de 6.000", dice. Ella resiste en Caracas en una distribuidora de supermercados: "La escasez es una realidad, antes importábamos de Galicia, Navarra o Madrid. Ahora de ningún sitio", afirma. Aunque la esperanza es lo último que se pierde. "La gente está esperando, viviendo el día a día a ver si pasa algo que cambie todo, porque este gobierno simplemente quiere aferrarse al poder para no acabar en la cárcel, pero la gente seguirá protestando y creo que conseguiremos cambiar", dice. 

Las protestas diarias durante cuatro meses y los más de 100 muertos que han dejado detrás pasan factura moral , pero no destruyen del todo la esperanza en las soluciones.  "Hace falta que algún político joven y preparado, que los hay, llegue al poder. En tres o cuatro años se puede recuperar, hay riqueza suficiente para ello", asegura Ramil. También ve salida Javier Rodríguez, de familia ourensana y nacido en Caracas. "Tengo esperanza de que podamos salir de esto, es inmanejable cómo está ahora y se tiene que resolver el problema". 

El problema reside en la conflictividad de las calles. El elevado grado de delincuencia es una preocupación común. "Gracias a Dios en mi casa no ha pasado nada, pero la gente está desesperada y la delincuencia está disparada, pueden matarte solo para robarte el móvil", señala Mariela. Coincide con ella Framil. "Por el día hay que andarse con ojo, pero por la noche no salgo de casa, es una locura". 

La falta de medicamentos también lastra. "Sufro de tensión y tengo que traer mi medicación de Colombia. No sé cuánto podré soportar esa situación", dice Framil. 

Más dura es la historia de Mariela. Por un capricho del destino, todavía conserva a su padre, que ahora ya instaló definitivamente en Ourense. "Mi papá fue de vacaciones a Galicia y tuvo un problema de salud que hizo que le tuvieran que operar de urgencia del corazón. Ya se quedó allá. Si le hubiera pasado en Venezuela, ahora estaría muerto", asegura.

El miedo acecha, sobre todo por el futuro de los hijos. "En enero, volviendo de Margarita, me trancaron en la carretera, me robaron el coche y secuestraron a mi hija. Menos mal que la soltaron rápido. Ahí decidí que se fuera a estudiar a Madrid. Le di dinero para tres meses, dejó la universidad acá y se marchó. No quiero que vuelva", relata un Ramil al que le tiembla la voz al recordarlo. Su otra hija, en Colombia, y sus dos hijos se irán "en cuanto pueda pagarles el billete de avión".

"Si no logro vender mis casas y el coche, lo dejaré todo y me volveré a Galicia"

Javier Rodríguez nació en Caracas y aunque sus padres y su hermano viven al otro lado del charco, tiene la vida hecha y se quedará hasta que se jubile, o eso espera. "Quiero retirarme  en mi tierra. Ahora no creo, pues tengo una edad en que no soy ni joven ni viejo e insertarse en el mercado laboral no es fácil, y tengo una familia". El problema, señala, es que las propiedades que tiene, no valen "ni el 40%" de hace unos años. "El día que me vaya me iré con una mano delante y otra detrás". 

Todo depende de lo que pase. "No sabemos qué ocurrirá, porque no jugamos con reglas claras y no se respeta la ley, todo dependerá de la presión internacional y de lo que hagan los militares cuando esto llegue a un punto álgido", dice Rodríguez. 

José Manuel Ramil, que llegó a Venezuela con 12 años, va a cumplir 60 y quiere regresar a Ourense. "Tengo familia en A Manchica y ya me han ofrecido volver, pero el problema es qué hago con mis propiedades. Tengo una empresa, una casa en Margarita, alguna vivienda más, el coche, y no logro vender nada. Pero la paciencia se termina, si no consigo venderlo, lo dejaré todo, agarraré a mi mujer y regresaré aunque sea con poco nada", dice Ramil. Este ourensano reconoce sus errores: "Me equivoqué invirtiendo todo en propiedades. Compré la casa por 120.000 y ahora no vale ni 10.000. No tengo ahorros" dice. "Si en Ourense necesitan alguien para trabajar, voy ya".

Mariela Álvarez también tiene su vida hecha, y, aunque su padre regresó, de momento permanecerá. "El problema llegará si se perpetúa la situación. La gente joven se está yendo y si no hay soluciones, podrían haber problemas. Acá el dinero ya no vale nada". 

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