ACOGIDA NIÑOS

"Aprendimos más nosotros que lo que les aportamos"

OURENSE 24/02/2018.- Programa de acogida de Cruz Roja. Miguel Casado, Rafaela Otero. José Paz
photo_camera Miguel Casado y Rafaela Otero, con su niño.

Tres familias relatan cómo ha sido para ellos acoger a niños

“Aprendimos más nosotros que lo que les aportamos”

Alfredo Castilla -profesor jubilado- y Ana Beatriz Romero -dependienta- son veteranos en esta tarea de acoger niños. "Llevamos siete años y hemos tenido ya seis niños, desde bebés hasta cuatro años, con acogidas cortas, de unos días, o hasta de un año", explica Castilla.

Afirma de forma categórica que "aprendemos más nosotros que todo lo que podamos aportarles. Nos dan experiencias nuevas, nos descubren incluso a nosotros mismos".

"Es una experiencia espectacular, tenemos dos hijos biológicos, de 11 y 13 años, y este proyecto les ha ayudado a compartir las cosas y el tiempo, y ha fomentado su espíritu solidario", señala Ana Beatriz.

“Mi vida está llena desde que tengo a la pequeña”

María Concepción Fernández -60 años recién cumplidos y prejubilada- acaba de estrenarse como madre de acogida. "Siempre tuve una vena solidaria y los niños me encantan, así que poder cuidar una niña... lo que ella me da a mí no se paga con dinero", afirma.

Se decidió tras hablar con un sacerdote que le habló de esta posibilidad. "Cuando llegué con la niña a la casa, hace 17 días, todos los vecinos le traían cosas, que si una manta, que si juguetes...", relata sorprendida. María Concepción asegura que ahora "mi vida está llena", algo que considera gratificante.

Y añade: "Cuando se me vaya, otro me necesitará; Dios me dé salud para cuidarlos".

“Hay que adaptarse, pero es algo que vale la pena”

Miguel Casado -55 años y gerente de hostelería- y Rafaela Otero -49 años y farmacéutica-son familia de acogida desde hace "seis meses, fue ella quien se enteró por un cartel en la farmacia", explica Miguel.

Este matrimonio, que no tiene niños, comparte su vida ahora con un niño de siete años. "Queríamos uno de entre seis y ocho años, y creo que acertamos; al principio tuvimos que adaptarnos", explica Rafaela. "Ya no voy de vacaciones", tercia su marido. Pero ambos consideran que "ha valido la pena".

Escogieron el tiempo límite de "dos años, y no queremos pensar en el final, la verdad".

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