Arquitecturas y miradas

Nuria Lago en la presentación.
photo_camera Nuria Lago en la presentación.

Pone ante nuestros ojos, a través de su pintura y escultura, Nuria Lago (Vigo, 1979), historias que relatan caminos de superación pues la artista quiere con su decir plástico dirigir la mirada a pautas personales para mostrarnos, por vía de ejemplo, modelos de crecimiento. Así es, simbólicamente, Arquitecturas, su proyecto expositivo para la primera planta del CCMV de la Diputación ourensana, que desarrolla a través de esculturas y lienzos, principalmente, a partir de sentimientos y emociones que configuran el ser íntimo, desde las estelas que vamos dejando en la vida. Con estos temas gusta de trabajar en los últimos años. Parte de lo concreto y particular, constatando la capacidad humana de adaptarse, remodelando los circuitos internos a fin de seguir, un salir del uno para el dos, el ser relacional. Todo ello en sus series. Así los dípticos Roma 1898, desamor y opio; Lisboa, 1993, inspirado en la vida de unos jóvenes hermanos africanos en la capital portuguesa; o el tríptico Nueva York, 1975, una saxofonista de jazz con pretensiones, las huellas de la intensa pasión de una mujer y la superación de una enfermedad, siendo Tánger, 1921, una pulsión de plenitud sexual. La volumetría de las pequeñas esculturas de hierro y madera, alguna en inestable equilibrio, son la respuesta a personas de San Francisco, 1969. Mundos. En todos hay un canto a la adaptación humana, desde la resiliencia, según la reflexión de la artista. Son intrahistorias para expresar Historia de sanación, y asimismo una manera de decir. Mas no es buscando el Ikiru/vivir de Kurosawa sino el de la adaptación al medio de Dersu Uzala/el cazador.

Lo muestra desde grandes telas con fuertes trazos, tratadas en capas al modo gestual que recuerda a Hartung y su abstracción impresionista. Y así como Wagner decía de Mendelsohn que era un paisajista musical, por lo descriptivo, así también Nuria Lago desde su narrativa con final abierto a la esperanza. El medio es el mensaje, que decía McLuhan. En la muestra incluye un significativo video en el que se la ve caminando por un bosque y entrando en una casa en ruinas, de la que sale con decisión, mientras suena del Turandot de Puccini Nessun dorma!, que nadie duerma, que conecta con su anterior exposición, Crisálidas, en la Fundación Vicente Risco de Allariz. Mas ahora son arquitecturas de espacios liminales, de umbral.

Miradas

Aunque para miradas las que propone Ana Navas, siendo difícil fantasear más allá de estos grandes retratos de mujeres jóvenes con enormes ojos, hieráticas poses en bustos cortos con variaciones en cabelleras y tocados que animan los rostros en un ejercicio lineal serial. Así en el Espacio de Arte RV de Roberto Mariño boutique, un déjà vu tras El Cercano, debut expositivo hace unos meses de esta madura creativa publicitaria. Mas se capta en la mirada la voz del ánima, haciendo que el ser comunique, que collares o flores son apósitos. Es el retrato intérprete de anhelos, sentimientos y sueños, presente en fiestas, batallas, trabajo y religiones, ejemplo de identidad y permanencia desde el siglo XV, aun cuando no sea ejercicio libre de arte, como recuerda el troppo vero! que exclamó el Papa Inocencio X al verse retratado por Velázquez, quien supo ver detrás de la mirada.

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