Pasó lo que pasó

¿Aún se puede evitar la esquela?

La hostelería se situó a la cabeza en contratación de trabajadores extranjeros.
photo_camera La hostelería se situó a la cabeza en contratación de trabajadores extranjeros.

Solo los viejos   

La provincia se quedó con 36.000 trabajadores jóvenes menos en las dos últimas décadas, uno de los mayores mazazos de los últimos tiempos. Talento que se va por el aliviadero. Luego vendrían otros bofetones como que Ourense también perdió 3.300 autónomos en una década. Son golpes bajos, pero no son los primeros ni serán los últimos como no espabilemos. El discurso del aldraxe y el de a nós víunos unha bruxa ya queda para las excusas pueriles cuando se pretende eludir el meollo de la cuestión. Cuanto más se tarde, más difícil será revertir la deriva, pero no intentarlo ya es otra muestra más del endémico entreguismo provincial, esa bola de hierro que arrastramos con los grilletes al tobillo. Esta no es una tierra maldita, al contrario, ni en cuanto a recursos ni en cuanto a capacidad humana, como se demuestra por la demanda que tiene el talento local en otros lugares. Es solo una tierra senecta, que se encamina al descanso, no siente el riesgo como patada en el estómago para romper inercias y salir adelante. Aún por encima los pobladores que aquí permanecemos mal pastoreados y la provincia sufre un endémico problema de estrategia de desarrollo y de liderazgo social, reconocible en el álbum de fotos de los organismos de representación, cada vez más sepia. 

Solo fiestas      

Las comunicaciones han mejorado exponencialmente. Tenemos AVE porque por algún lado tenía que entrar a Galicia, con un mercado potencial de millones de personas a poco más de dos horas, pero poco ofrecemos para justificar 16 años de obras y 9.000 millones de euros de inversión. Estamos surcados por autovías, incluso hasta el felpudo de casa, como en Carballiño o Celanova. Pasan por las inmediaciones de Verín, Xinzo, Allariz o Ribadavia pero las villas siguen al tran tran. Se mantiene, eso sí, Valdeorras aislada pese a ser la reserva exportadora de la provincia (un tercio de todo lo que se internacionaliza es pizarra), una contradicción más. El suelo industrial disponible es escaso, hay prometidos 200.000 metros cuadrados en Pereiro de Aguiar, pero sin arrancar y la ampliación cacareada en el polígono de San Cibrao desde 2019 (341.000 metros cuadrados), está en un laberinto burocrático. La maleza crece en el millón de metros cuadrados anunciados en Taboadela, que debería ser un jardín industrial, según la previsión oficial, pero que no furrula. La inversión pública nos lleva escaleras abajo y solo del 2022 hay 200 millones de euros pendientes. No constan proyectos empresariales de importancia haciando cola, tampoco a las entidades de desarrollo local y provincial buscando proyectos fuera de Ourense, captando inversiones con recorrido (en un solo año se vendieron siete empresas con más de 3.000 trabajadores y ventas por valor de casi 600 millones), sí a sus responsables posando en la Festa do Pemento. Así es difícil crecer, aunque sí engordar. 

Solo vino

Esta tierra es generosa, pero está abandonada o insuficientemente explotada. Cuatro de las cinco denominaciones de origen del vino gallegas están aquí y alguna alegría nos dan. Los montes siguen como combustible para incendios y para que la Xunta se gaste cerca de 200 millones cada año en apagarlos. La ingente capacidad forestal está desordenada. Los recursos energéticos podrían ser envidiados, pero en Ourense llevamos décadas entregándolos sin casi nada a cambio. Hay golosos proyectos energéticos y mineros en curso, pero esa es una división que juegan otros. El termalismo es una de las engañifas de mayor calado desde que se descubrió el tocomocho, como tercamente se empeña en demostrar el atolondrado gobierno municipal, cerrando lo poco que queda abierto.

Solo enlutados

El rosario de lamentos es eterno y con los mimbres de hoy aquí no hubiesen hecho el cesto los impulsores de Coren, la vieja Barreiros, todo el textil, las potentes constructoras, las pizarreras, las auxiliares de automoción y otros gremios. La preocupación política es muy poca, la exigencia social, nula. La cobardía, total. Vamos a ser optimistas (¿ilusos?), para evitar que Ourense sea una esquela de 7.273 kilómetros cuadrados de superficie con 304.000 enlutados habitantes.

Al poner la lupa

Mestizaje entre los Quispe y los Loureiro

Según el Museo de Historia Natural de Perú, el país cuenta con “los más valiosos yacimientos minerales de cobre, oro, plata, plomo, zinc, estaño, tungsteno, carbón y hierro”, pero eso no le transporta a la riqueza. Según el Banco Mundial, “el país se ha convertido en una economía de ingreso mediano alto, con un aumento del PIB per cápita de 2.040 dólares americanos en 2002 a 7.126 en 2022. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el mismo indicador se eleva en España a 28.280 euros, de ahí que pueda haber cierta dosis de soberbia para ciertos trabajos. Camioneros, por ejemplo. Han llegado para la tarea un contingente del país andino, el primero de otros que pueblan y pueden repoblar Molgas o Allariz. Se les ve ilusionados por iniciar una nueva vida y se las prometen felices. Adelante, pues. Quispe es el apellido más frecuente en Perú y en poco tiempo lo puede ser en Baños o Xunqueira, eclipsando a los Ferreiro o Loureiro.

El portafotos

Adolfo Domínguez Fernández es un ODTV, como se dice por esta redacción. Es decir, un “Ourensano De Toda la Vida”, una condición que ya merece siglas por ser una especie en vías de extinción. A los múltiples reconocimientos que le adornan, suma el premio “Ourensanía 2023”, una especie de exacerbación de lo local. A uno de los paisanos más internacionales le llega ahora este título introspectivo, íntimo, tímido, como su carácter pese a su frecuente exposición pública. Valoró el jurado del galardón instituido por la Diputación “a súa traxectoria profesional, situando a Ourense no mundo da moda, pero tamén a súa faceta como home da cultura, pola súa dedicación á literatura”. El creador de la empresa y la marca que lleva su nombre ha sido uno de los que sacudió el armario provinciano allá por los ochenta, dando ese toque moderno que tanto gustaba en la década en la que la creatividad en infinidad de géneros rompía todas las costuras. Después de ser habitante del mundo y escudriñarlo con sus ojos siempre hambrientos de conocimiento, en la Diputación citan a Adolfo Domínguez para recordarle que no se le olvida. En una ocasión dijo: “Me conmueve la belleza de mi tierra y la gente que la habita, pero no creo en las fronteras”.

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