Del banquete de mendigos al Olimpo del rock'n'roll: Señoras y señores… The Rolling Stones!

Ourense 1/9/20
Montaje exposición rolling stones en el centro cultural de la diputación

Fotos Martiño Pinal

A partir de este jueves, la Diputación de Ourense (C/Progreso 32) acoge la exposición de objetos de memorabilia y coleccionismo sobre los Rolling Stones del ibicenco-barcelonés Alberto Sánchez-Runde, quien lleva más de cuarenta años coleccionando discos, fotografías, carteles de conciertos y toda clase de artículos que tengan alguna relación con la mítica banda creada por Mick Jagger y Keith Richards en 1961 tras su encuentro durante un viaje en tren entre el centro de Londres y Dartford, su ciudad natal, en la que ambos descubrieron que además de una vieja amistad de antiguos compañeros de colegio, les unía una intensa pasión por el blues y el rock'n'roll.


Una pasión anónima...pero desbordante


Si Alberto Sánchez-Runde no es alguien que venga del mundo del rock -de hecho, trabaja en una compañía de seguros, curiosamente igual que la familia de Gay Mercader, el promotor que más veces ha traído a los Rolling Stones a tocar a España- pero su gran pasión como aficionado por los Stones le ha llevado a acumular a lo largo de prácticamente toda su vida una enorme cantidad de objetos de coleccionismo que hace unos meses, animado por muchos de sus amigos, en especial los vinculados a la Asociación Músico-Cultural Retro de Ibiza, que conocían los inmensos tesoros que había conseguido adquirir, le animaron a catalogar, clasificar, etiquetar y organizar esa colección para convertirla en una magnífica exposición que tuvo lugar entre enero y febrero de este mismo año en el Far de Coves Blanques de Sant Antoni de Portmany, Ibiza. 

El éxito de la iniciativa, que contó con centenares de visitantes cada día, y la repercusión mediática que alcanzó, han hecho posible que Ourense sea la segunda parada de la exposición, que se pretende pueda ser itinerante y si las condiciones tan especialísimas que estamos viviendo lo permite, pueda llevarse a muchas más ciudades en un futuro no muy lejano.

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De hecho, la fiebre de Sánchez-Runde por hacer crecer su colección y por añadir más objetos a las diferentes ediciones de la exposición que se puedan celebrar en el futuro, hace que en Ourense se incorporen nuevas adquisiciones que el público asistente podrá contemplar, como una chaqueta del guitarrista Ronnie Wood de su época en los Faces, la banda en la que militó junto a Rod Stewart antes de su entrada a los Rolling Stones en 1975, o una extravagancia realmente singular: una radiografía de un paciente de una consulta médica de Moscú de los años 60 en la que se grabó una canción del grupo, lo cual era más habitual de lo que pudiera imaginarse en la antigua URSS, dadas las dificultades materiales existentes en el país en aquella época hasta para hacer circular cintas de cassette. Hasta que a mediados de los años 70 se empezaron a editar allí discos de rock, género musical que las autoridades soviéticas consideraban susceptible de servir de vehículo de penetración de ideas contrarias al modelo político y social de la URSS y que por tanto no era en modo alguno apoyado desde las instituciones culturales oficiales, en los años 60 quienes podían traer algún disco de los Beatles, los Stones, Elvis Presley o Chuck Berry a la URSS, utilizaban las radiografías para sobreimpresionar grabaciones de esos discos y distribuirlas casi clandestinamente. 

La exposición sigue un orden cronológico, comenzando en los años 60, y recorriendo los 70, los 80, los 90 y las dos décadas que llevamos del siglo XXI, con apartados especiales tanto para el tristemente desparecido miembro fundador del grupo, Brian Jones, para Keith Richards, y se acompaña de un audiovisual con clips y actuaciones en directo de la banda para amenizar la visita a la exposición. 


Mucho más que una banda de rock'n'roll


El caso de los Rolling Stones es ciertamente muy peculiar en la cultura popular contemporánea. Seis muchachos de clase media londinenses –excepto Brian Jones, afincado en la capital británica pero proveniente de Cheltenham- entusiasmados por una música, un lenguaje, un sentimiento, la expresión de toda una forma de entender la vida como era el blues negro americano, a cuya difusión y popularización se afanaron como si fueran auténticos creyentes de una religión pagana, que les tocó muy adentro. 

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La aparición de un personaje que de hecho fue un miembro más del grupo, su primer manager Andrew Loog Oldham, convirtió a ese sensacional sexteto de blues y rock'n'roll maestros en versionar a Willie Dixon, Muddy Waters o Jimmy Reed en primer lugar en un quinteto, pues obligó a la banda a prescindir de su legendario pianista Ian Stewart porque no encajaba con la imagen que él quería vender del grupo. Pero pocos meses más tarde, hizo de ese grupo una atracción internacional, que les disputaba fans, popularidad y posiciones en charts a los mismísimos Beatles, además, sin jugar en su liga. 

Si Brian Epstein hizo de los Beatles un grupo aceptable por el estabilishment e incluso bien visto por las familias decentes y respetables, Oldham convirtió a los Rolling Stones en su reverso tenebroso: rock fuerte y puesta en escena provocativa, pelo largo y una decidida actitud rebelde, inconformista, que los convirtió en los chicos malos de la película. “¿Dejaría que su hija saliera con un Rolling Stone?”, título de un tendencioso artículo que se dice que inspiró el propio Oldham, resumía a la perfección como frente a los teóricamente buenos chicos de Liverpool, los Stones eran lo que tus padres nunca aceptarían, lo prohibido, lo morboso, lo diabólico. Obviamente la jugada les salió redonda y los Stones pasaron a ser el símbolo generacional rupturista más claro de los años 60. 

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El inmenso éxito que el grupo alcanzó estuvo muy lejos de salirles gratis; al contrario, a finales de los años 60 la factura que el grupo tuvo que pagar fue carísima y comprometió seriamente su continuidad. Los sectores más conservadores de las instancias de poder en aquellos años en Gran Bretaña realmente creyeron que el grupo era una verdadera amenaza para el futuro de los jóvenes del país y organizaron una trama política, mediática y judicial con el claro objetivo de acabar con ellos, que llegó al extremo de meter en la cárcel en junio de 1967 a Mick Jagger, Keith Richards y Brian Jones por delitos de los que solamente existían indicios muy discutibles jurídicamente relacionados con el consumo de drogas. 

Aquel episodio produjo un daño irreparable en la ya de por sí quebradiza y conflictiva psicología de Brian Jones, quien además enfrentado a Keith Richards por un affaire sentimental, acabó dejando el grupo dos años más tarde y falleciendo en circunstancias nunca aclaradas en un oscuro incidente sucedido en su casa con varias personas que no pudieron o no quisieron evitar que se ahogase al sobrevenirle un ataque de asma en su piscina. Y para colmo de males, en 1970 se encontraron con que aún habiendo vendido millones de discos y cobrando cuantiosos cachés por sus actuaciones, estaban en bancarrota a consecuencia de las malas artes y los negocios sucios del mafioso que sustituyó a Oldham como su manager, Allen Klein. Esto motivó que para poder negociar la deuda que habían acumulado durante cuatro años con la hacienda británica, el grupo tuviera que marcharse del país y establecerse en el sur de Francia, donde el destino quiso que grabasen la que para muchos stonianos, entre quienes personalmente me cuento, es su obra maestra absoluta: ‘Exile On Main Street’.


Escapando de las arenas movedizas


La historia de los Stones desde entonces es la historia de un grupo que por encima de todo, crearía una verdadera leyenda por la intensidad, la magia y la fuerza de sus actuaciones en directo, y que sabría levantarse a cada nuevo revés que a lo largo de su controvertida historia tendrían que enfrentar: desde el juicio en Canadá a Keith Richards de nuevo por un asunto de drogas en 1977 o la fenomenal crisis interna de los 80, en la que el enfrentamiento musical y personal entre Mick y Keith motivó la producción de discos que no estaban a la altura de sus grandes clásicos de los 60 y los 70 y seis años sin tocar en directo. 

Pero pese a todo, son supervivientes natos. Supervivientes a todos los avatares y cambios de tendencias en la música, supervivientes a todos los convulsos movimientos sociales y culturales de los últimos 60 años, supervivientes incluso a sí mismos y a su en ocasiones difícil y zozobrante equilibrio interno. 

Y han conseguido lo que muy pocos en la historia han conseguido. Pasar de ser unos apestados, un peligro para la sociedad bienpensante, una banda de delincuentes y degenerados a ser iconos de la historia contemporánea que hoy están en museos y exposiciones. Sin renunciar nunca a lo que en esencia, para quienes les conocemos en profundidad, nunca han dejado de ser: una maravillosa banda de blues y rock´n´roll, unos gitanos salvajes que nos descubrieron a millones de personas como la música podía cambiar nuestra vidas y darle un sentido que hoy probablemente sea indefinible, que es el ser Stone. No “fan” de los Stones, o seguidor, sino ser Stone. Respirar, beber, vivir, amar, sentir Stone. Algo que seguro que Alberto Sánchez-Runde y quizá muchos de los que acudan a disfrutar de ese trozo de su historia en la expo que se inaugura próximamente creo que comprenderán muy bien. 

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Mick Jagger, enero de 1989, introducción de los Rolling Stones en la ceremonia del Rock'n'Roll Hall Of Fame en Estados Unidos: “Los americanos son gente graciosa. Primero les escandalizas y luego, años más tarde, te ponen en un museo”. Hoy, Galicia, más concretamente Ourense, expone su historia a través de un gran acto cultural tras el cual, hay mucho más que el valor de esos objetos. Hay una trayectoria que por las circunstancias históricas tan especialísimas en las que se ha desarrollado, es irrepetible. 

Los Stones, siempre los Stones…

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