Bares y restaurantes ven inviable el aire a 25 grados

La mayoría acata el nuevo plan de ahorro energético, pero no lo comparte

Dos ollas cociendo pulpo, sartenes friendo pimientos de Padrón, un horno lleno de pizzas y los motores eléctricos de neveras, congeladores y lavavajillas soltando calor.  El 75% de los bares y restaurantes visitados ayer por La Región acatan las nuevas medidas del plan de ahorro energético aprobado por el Gobierno central, porque es una ley que hay que cumplir, pero no la comparten, ya que consideran inviable trabajar con el aire acondicionado a 25 grados. El resto, de momento, incumple la norma, o por falta de información o porque han decidido adaptar el termostato a las necesidades de sus clientes y su local.

 “La gente no viene a comer sudando y ahora se abanican con las cartas. La vamos a acatar, pero no estamos de acuerdo”, sostiene José González, propietario de Atarazana, que se está planteando comprar más máquinas de aire acondicionado y ventiladores de techo. “Para poner el aire a 25 grados, mejor no lo ponemos”, se queja José Luis González, dueño de A Casa do Pulpo.

Un calor húmedo te recibe cuando entras en la cafetería La Coruñesa, donde puertas y ventanas están abiertas. “Los clientes se quejan del calor. No se siente el aire; es como si no estuviera puesto”, se lamenta Yeni Duménigo, la encargada de la mañana.  En Tamarindo, el local está vacío y los clientes, en la terraza. “La bomba de frío la ponemos a 27 grados, pero el problema es pagar la factura de la luz, que es de 2.000 euros al mes”,  confiesa el encargado, Jorge Mejuto. El dueño de Cocote, Javier Prieto, nos recibe en la cocina, donde está cortando calamares, y reconoce que están “muertos de calor. Lo acatamos porque no hay más remedio, pero te toca las narices que se metan en tu negocio privado”.  

 El sol da de lleno en el bar El Lío, aunque ponen toldos por la mañana. “Tenemos el aire a 22 o 23 grados. En nuestro local gobernamos nosotros. Dependiendo de nuestras necesidades, lo acataremos o no”, señala Diego González, el dueño.  “Me parece una medida absurda. Lo seguiré poniendo a 22 grados y con las puertas abiertas”, dice, tajante, Marta González, dueña de O Acubillo.

Los más cumplidores

Entre quienes dan la bienvenida al nuevo plan de ahorro energético destaca Manuel Noguerol, propietario de Porta da Aira, que asegura que siempre ha puesto el aire a 25 o 26 grados y mantiene la puerta cerrada. “Nos parece bien y no tenemos quejas de nuestros clientes”, indica el responsable de este local,  uno de los más frescos visitados durante la mañana. En la pastelería Garnier también son más que cumplidores. “El aire lo tenemos a 28 grados; el problema es la factura de la luz de 1.100 euros mensuales”, afirma Rafa, el encargado.

Te puede interesar