Alas 11 h. iniciamos la andadura en la misma y frondosa explanada donde la iglesia barroca de As Marabillas, en boscoso lugar que por mayo festividad tiene, y muy concurrida por las gentes de Celanova, con la particular atracción de las madamitas que se queman en una traca final; cercana, una gran cruz pétrea de muchos metros de altura, donada por emigrante piadoso del lugar.
Una docena de caminantes íbamos a emprenderla por esas pistas térreas que la concentración parcelaria, que según un acompañante que en ella trabajó desde el campo y los despachos, fue hecha con trazados perpendiculares y horizontales con la consabida resistencia de los lugareños no exenta de picaresca, de la que nos ilustra alguna escena. La emprendimos, arribando a los pocos minutos de salidos a la aldea de Muntián que conserva algunos vecinos y ese carácter rústico, cuando transitando por en medio hacia el suroeste soslayamos a diestra notable hórreo y una rústica capilla.
Nos quedaba a derecha, por el km. 3, la vista parcial de Espiñoso, parroquia con templo barroco notable; a menos de kilómetro de éste se asienta otra iglesia menor pero no menos notable, la de Pazos. Tanto templo para mucho piadoso, piensa uno, que le recuerda las dos de Leirado. En el llano, porque antes por ondulado terreno, subida con un par de curvas, cuando debemos tomar la primera pista a izquierda en bajada hacia la puente romana do Freixo del siglo II, que así denominada por la aldea más arriba, o viceversa. La llegada al puente restaurado y reforzado en sus tajamares y en general en su fábrica solo alterada en el pavimento, fue como una visión por lo hermoso del rio, su presa y lo envolvente de un frondoso paraje, que por otoño de esplendente colorido.
Allí mismo la emprendimos en subida sin exigencias hacia las aldeas de Freixo, que casi al lado la parroquial de Sta. Cristina; por Buzacos pasamos, y en Fontela bajamos al Arnoia por entre bosque de carballos, abedules, algún castaño. emprendiéndola hacia el área recreativa del Arnoia, en Ponte Grande, dejando atrás unos petroglifos que no hubo tiempo de ver y que quedarán para otra ruta.
A manteles, los que quieran, en mesón a menú del día de 11 euros, que suficiente y de sabor. Nosotros por esta vez continuamos reemprendiendo la marcha por entre la aldea de Lampaza, que tantas veces confundida con Pontegrande, enfilando una asfaltada estrecha, dirección noroeste que aun poco ha térrea fue, la que nos condujo a ese aldea de tantas casas nuevas, y otras restauradas, dicha A Ulfe, que podría tomarse como de origen germánico o algo así, donde más vecinos de tránsito que los escasos fijos. Un águila ratonera, miñato o buxato común, sin apoyo de las térmicas corrientes, de esforzado aleteo, un arrendajo o gaio de ruidoso gorgeo en vuelo. Una pista hacia el oeste nos llevaba por tierra entre la floresta casi a la vera de un riachuelo que ni a eso llega, a solo 1 km. de sus nacientes al pie de As Marabillas, arribando más o menos a una hora de salidos de Lampaza.
