Una de cada diez hectáreas ardidas en España este año es ourensana

El fuego ha vuelto a cebarse, un año más, con la provincia, situándola en el mapa de la tragedia como la segunda más afectada por las llamas en toda la península. En Ourense se han quemado este año, según los datos del Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales (EFFIS) del programa Copernicus de la Unión Europea, 32.413 hectáreas, lo que sitúa a 2022 como el segundo peor año del siglo XXI, superando a 2017 -cuando ardieron en la provincia 30.309 hectáreas- y solamente por detrás de 2011, cuando se quemaron 33.314. Este año ha sido especialmente duro en materia de incendios en toda España. El fuego ha arrasado en lo que va de año casi 300.000 hectáreas, según Copernicus (el Ministerio de Transición Ecológica rebaja esta cifra hasta 251.000), siendo uno de los peores de la historia. Combinando los datos provinciales y estatales, las 32.413 hectáreas ourensanas representan el 10% del total, aunque el territorio provincial solamente represente el 0,02% del total nacional. Solo Zamora registra más monte quemado este año. El porqué de este fenómeno incendiario no es fácil de explicar, ni siquiera para los expertos. No quieren señalar grandes intereses detrás, sino que apuntan más bien a una serie de problemas estructurales. La gran cantidad de superficie forestal desaprovechada, la propiedad privada en minifundios, el abandono del rural o la falta de ordenamiento forestal son algunos de los factores a los que apuntan. Sobre las consecuencias de los incendios, la principal es la gran pérdida de riqueza de los suelos, además de movimientos migratorios de animales por falta de alimento o la pérdida de recursos forestales explotables. INTENCIONALIDAD El decano del Colexio Oficial de Enxeñeiros Técnicos Forestais de Galicia, Santiago García Sánchez, lo tiene claro: “Lo que provoca incendios son las personas que ponen fuego, bien con intención o bien por negligencia. Es necesario tener claro que sobre el 95% de los incendios son provocados por el ser humano, y dentro de éstos, el 60% son con intencionalidad”. Para García Sánchez, “el causante y la causa de los fuegos gallegos está en un radio de un kilómetro en torno al origen”, descartando las “teorías de mafias organizadas”. Además, apunta a las herencias como factor causante de incendios y asegura que “las partijas causan dos o tres olas de incendios en una zona”. Suma a estas causas otras de menor entidad como limpiezas de caminos o rencillas personales o incluso la llegada de la bombona de butano, que desplazó a la leña como principal fuente de calefacción. Además, subraya que “no son pirómanos, son incendiarios. No tienen ninguna patología”. Sobre otros factores que favorecen las oleadas de incendios son el abandono de las fincas rurales o la ordenación parcelaria gallega. Sobre la despoblación y el abandono del rural, explica que “hace 50 años, se ponía fuego y quemaba dos parcelas porque todas estaban trabajadas. Ahora todo está descuidado y la propagación es más fácil”. Acerca de la distribución del terreno gallego, subraya que “está completamente obsoleto y no vale para nada en los tiempos de hoy”. García Sánchez apunta a un sistema de sociedades anónimas por concellos en las que a cada propietario se le diesen las acciones correspondientes a su aporte de terreno. Explica que este sistema transformaría la “agricultura artesanal y anticuada” de Galicia por otra “más industrial y competitiva”, donde los terrenos podrían ser mucho más extensos y tener un mejor rendimiento. DESPOBLACIÓN El ingeniero forestal y coordinador de montes del Sindicato Labrego Galego, Diego Sánchez Agra, abunda en la cuestión del abandono rural, ligándolo con el número de incendios: “Canta menos xente haxa vivindo nas aldeas e menos xestión forestal máis incendios haberá”. Y este éxodo no es casualidad, ya que “ningunha das administracións aposta polo rural e a xente vese forzada a marchar”. Sobre la casuística de Ourense, Sánchez Agra apunta a la escasa productividad del monte ourensano en comparación con otros territorios y la despoblación todavía más salvaje que en otras provincias gallegas. Las principales consecuencias del fuego para Sánchez Agra son las pérdidas económicas por la reducción de los recursos forestales y “unha perda brutal de biodiversidade, tanto animal coma de hábitats”. Además, se refiere al problema de la pérdida de suelo, que tardará “centos de anos en recuperarse para volver a producir do mesmo xeito que o facía antes de arder”. ACTUACIONES PREVIAS Manuel Rojo presidente del Colexio Oficial de Enxeñeiros Agrícolas de Ourense hace hincapié en los arrastres que provocarán las lluvias, que “levarán a cinza aos ríos e contaminaranos, algo aínda máis grave neste tempo de seca”. Pese a que se pueden realizar actuaciones a posteriori, “o ideal é actuar antes dos incendios porque despois nunca sabes que tempo vai vir e se as medidas serán eficaces”. Para Rojo tampoco existe “unha correcta ordenación do territorio. Non se fan cortalumes, desapareceron moitas fincas traballadas, que axudaban nesa cuestión; as liñas eléctricas tamén están sen limpar… cada vez faise un peor traballo de prevención”. Además, critica que se gaste más en extinción que en prevención. OTROS AFECTADOS Los ganaderos son uno de los grandes colectivos afectados por estas oleadas de incendios, ya que la pérdida de los pastos puede suponer hasta “o peche da explotación”. Jorge Prada y Javier Cotado son dos ganaderos valdeorreses que, por suerte, no se han visto afectados por el fuego. Con todo, explican que la pérdida de pastos provoca un “incremento de prezos moi importante, xa que tes que tirar máis de piensos industriais e hai quen non pode asumir ese gasto”. Además, indican que “onde arde non queda nada e o monte tarda moito en recuperar para que os animais poidan pacer”. El secretario de la Unión de Tecores e Cazadores de Galicia (Unitega), Antonio Mota, apunta que para el colectivo de los cazadores hay dos problemas fundamentales: “Por una parte, no se puede cazar durante tres años. Por otra, y fundamental porque afecta a una mayor parte de la sociedad, que son las migraciones de ciervo o de jabalí que se trasladan desde sus zonas habituales a otras donde no quedaba y provoca perjuicios en el ecosistema y a los ganaderos que tenemos que pagar los tecores”. EL FUEGO NO CESA El fuego no da tregua, aunque con menos intensidad. Ayer se registraron dos conatos en Carballeda de Valdeorras y Baños de Molgas, pero apenas quemaron 300 metros cuadrados entre ambos.