El cambio climático desafía al campo, que se prepara para nuevos cultivos

Una finca plantada con colza en A Limia, que se vio afectada en las últimas semanas por heladas.
photo_camera Una finca plantada con colza en A Limia, que se vio afectada en las últimas semanas por heladas.
Colza, azafrán u olivos se ubican entre las opciones para la rotación en las fincas, necesaria y acelerada por la evolución del clima

La ausencia de precipitaciones y las fluctuaciones extremas en los termómetros, cada vez más notables, están desafiando al campo ourensano. En esta profesión, siempre pendiente del cielo, se hace necesaria una mayor diversificación de cultivos: tanto para lograr subsistir como para mejorar la calidad y sostenibilidad de los terrenos. Las alternativas al binomio patata-cereal o a los viñedos se han venido incrementando a lo largo de los últimos años, pero ahora muchos agricultores ven necesario incorporarse a la tendencia de la variación en cuanto a plantaciones. 

En la comarca productora por excelencia, A Limia, la colza no deja de ganar adeptos y se erige como la principal alternativa al tubérculo. Cada año sus plantaciones suman hectáreas y ya rondan las 250 hectáreas de media. De la misma familia, se empieza a cultivar la mostaza, que además es capaz de plantar cara al nematodo de la patata. En la comarca se han sembrado unas 50 hectáreas antes de la plantación de patatas. 

Por otro lado, también se incrementa en tierras limianas la superficie plantada de huerto -sobre todo, repollo y cebollas-. Muchas de estas plantaciones son ecológicas, no solo en A Limia, sino en toda la comarca: “Normalmente es gente joven que se vuelve al campo a producir huerta con la tipificación de ecológico”, señala Servando Álvarez, técnico responsable del Centro Agrogandeiro de Xinzo. “Cultivar leguminosas, como guisantes y habas, va a ser algo necesario para acceder a líneas de ayudas de la PAC”, añade. 

Fuera de A Limia y dentro de los cultivos alternativos a los tradicionales se sigue plantando olivo -en Valdeorras, Monterrei y O Ribeiro hay plantaciones muy importantes-. También hay pequeñas iniciativas de arándanos y castaños. Además de adaptarse a la nueva situación climática, Álvarez señala que, “cuantos más cultivos se den, mejor, porque esto va a favorecer la salud del suelo, también el control de plagas y enfermedades y la biodiversidad, así como más rendimiento por explotación”.

Déficit de agua

El técnico del Centro Agrogandeiro augura un año “complicado” y con “déficit de agua”. Es por esto que de cara al futuro se recomienda ya una búsqueda de cultivos que no dependan en exceso del agua: es el caso de la colza, la leguminosa o nuevos tipos de cereales. “Cuanto más diversifiquemos y menos dependamos de un solo producto para soportar la economía agraria provincial será mejor”, concluyó Álvarez. 

En O Barco de Valdeorras, Oliver Fernández, cocinero de profesión y agricultor autodidacta con múltiples proyectos en el campo está iniciando, entre otros, el cultivo de azafrán. Esto es algo que, tal y como indica, sería “impensable” hace años -cuando llovía más en el sur de Galicia-, pero el cambio climático lo favorece hoy por hoy. Trabaja, además, para conseguir el sello ecológico, de permacultura y agricultura biodinámica. “Ahora mismo tenemos dos plantaciones piloto de azafrán en Soulecín: una de 4.000 vulvos y otra de mil”, explica. “Una está en la parte alta y otra baja y estamos viendo en donde va mejor en cuanto a rendimiento. Seguiremos plantando este año porque la idea es llegar a los 100.000 vulvos. Trabajamos fincas, algunas en propiedad y otras cedidas”, añade. Su objetivo es comercializar el azafrán directamente con los restaurantes.

Fernández asegura que los ajos, de los que ha plantado 1.000 cabezas, también se dan mejor ahora con el cambio climático: “Están de maravilla porque no ha llovido. Si lo hubiese hecho probablemente tendrían alguna enfermedad de las que afectan a la planta y habría que haberla tratado”, señala.


La colza, un cultivo muy rentable y saludable para las tierras

Bruno Casas sembró seis hectáreas de colza en Rebordechá, un cultivo por el que apostó para desaturar sus parcelas, quitar las malas hierbas y favorecer la rotación de cultivos. El destino de la colza es la elaboración de aceites, pienso o biodiésel. “É moi rentable e, de feito, hoxe é máis grande a demanda que a oferta. Ten moi bos prezos”, asegura Bruno. 

Sobre el comportamiento en el campo, la colza, al contrario que la patata, no necesita riego adicional al que le proporciona el ambiente, por eso resiste mejor la ausencia de precipitaciones. Sin embargo, las heladas son desfavorables. En las últimas semanas afectaron parte de la producción.

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