El Camino sin una pierna

Nicolas de Rauglaudre lleva a sus cuestas 4.000 kilómetros peregrinando. A sus 67 años, ha hecho el Camino Francés, el Piamontés, el Portugués da Costa, el Camino del Norte y desde 2019 lleva embarcado en el Camino Mozárabe de la Vía da Plata. Una proeza cuando se hace con una prótesis en una de sus piernas. Este pasado lunes efectuaba su entrada en la provincia de Ourense a través de A Canda. A la ciudad llegará en una semana. Su ritmo: dos kilómetros por hora. “Hago de media 14 kilómetros por día, camino más despacio que el resto. El dolor en el muñón es fuerte. Las subidas van bien, pero las bajadas me cuestan”, relata Nicolas, en los últimos metros antes de llegar al mesón hotel de Erosa. Ayer tuvo suerte. “Tres noches he dormido en el monte, con una tienda de campaña. ¡Casi todos los albergues están cerrados! Me he gastado unos 400 euros más que si estuvieran abiertos. Mañana (por hoy) toca dormir fuera, no hay nada hasta Laza”, lamenta este alpino de Grenoble. Su pierna ortopédica le acompaña desde los 18 años. Una negligencia médica al recetarle la medicación acabó provocando su amputación. “Los médicos también se pueden equivocar”, suaviza. Empezó la odisea en mayo de 2019 en Almería. Tras un parón, retomó su periplo en agosto de 2020 desde la ciudad de Córdoba. Y con otra visita par ver a su mujer y sus cuatro hijos, reiniciaba la ruta desde Salamanca hace unas semanas. “Cuando salí de Almería nadie me conocía y ahora la gente toca el claxon a mi paso, me ayudan, me acercan al cajero, y eso que me gusta la soledad del anonimato… Las asociaciones del Camino me ayudan mucho”, explica. A su camino se ha encontrado con otros peregrinos y ha tratado mucho con lugareños: “En el Camino Francés es más difícil, está masificado”. Un vasco, Koldo, fue el que le acompañó durante su paso por Sanabria. Un amigo que se tuvo que ir. “Caminó tres días conmigo, pero justo lo llamaron para un trabajo en Alicante y se fue”, lamenta. Está disfrutando en Galicia. “En Castilla el sol me mataba. Aquí agradezco la cantidad de árboles, siempre hay sombra”, explica. Lo suyo no es solo cuestión de voluntad, fuerza o coraje, “eso son cualidades militares”, sino más bien “confianza, razón, escucha, amistad, humor y oración, mi principal fuente de energía”. Profesor de Filosofía y físico, ha dado clase en universidades de Francia y otros países, además de escribir libros sobre su historia personal con los que recauda fondos para una asociación de amputados. Confía en llegar a Santiago antes de acabar junio. Y mira con deseo a octubre: “Mi mujer, enfermera, se jubila. Y nos echaremos a andar juntos. Ya nunca caminaré solo”.