Las nuevas instalaciones obligan al Concello a duplicar el gasto en actividades lúdicas y de formación para los ciudadanos

Los centros cívicos no atraen a las asociaciones de vecinos de la ciudad

Esgrima, bailes de salón, cursos para recuperar puntos del carné y un amplio abanico de actividades, promovidas o no por el Concello, se desarrollan diariamente en los cinco centros cívicos abiertos en el municipio de Ourense: los de A Cuña, A Ponte, Colón, As Termas y Ceboliño -la sexta instalación de este tipo, la de Seixalbo, está acabada pero aún pendiente de apertura-.
Aun cuando los últimos centros inaugurados -A Ponte y As Termas- abrieron sus puertas en marzo de 2011, un total de 1.045 personas asistieron ya a los cursos programados en los cuatro centros del casco urbano (al margen de Ceboliño) a lo largo de ese año. Y el balance aumenta si se tienen en cuenta los de las salas de informática y de lectura, que en algunos barrios, como el casco histórico (centro cívico Colón) y A Ponte, superaron las 120 personas diarias. Ello sin contar las actividades infantiles, en las que participaron más de medio centenar de menores en 2011.

Así las cosas, los centros, que nacieron con la voluntad de facilitar a los ciudadanos el acceso al ocio, acercar a los barrios los servicios municipales y dar espacios a movimientos sociales, cumplen objetivos, asegura el Concello. Sin embargo, lo que no han conseguido -aunque tampoco parece que se lo haya propuesto el gobierno municipal- es aglutinar a las 63 asociaciones de vecinos contabilizadas en la ciudad.

Por eso, la institución local continúa pagando el alquiler de 30 locales para colectivos vecinales, que supusieron a las arcas municipales un coste de 144.000 euros en 2011, a lo que habría que añadir los recibos de la luz. La Concellería de Participación Cidadá prevé reducir este año en 12.000 euros esta cantidad, al haber negociado una disminución de los alquileres con los propietarios de los locales. Menos gravoso es el gasto de asociaciones de las parroquias rurales, que se reúnen en inmuebles que son propiedad municipal, y las menos, en establecimientos que no dependen del Concello. Pero lo que sí está claro es que la atención al ocio y derecho de reunión de los vecinos se ha prácticamente duplicado desde que abrieron los centros cívicos, que obligan a desembolsar al año 100.000 euros, que serán más cuando abra el de Seixalbo.

Marga Martín, concejala de Benestar Social, el área que gestiona los centros cívicos, puntualiza a este respecto que no se plantea cerrar salas para uso exclusivo de asociaciones de vecinos, entre otras razones porque ellos mismos prefieren tener sus propios lugares de reunión y archivo, independientemente de que haya otros colectivos que, ante la falta de local, se reúnen sin problemas en los centros cívicos.

La concejala de Participación Cidadá, María Devesa, defiende el papel de las asociaciones vecinales y también organiza similares actividades de ocio, formación y recreo, en las que durante el año pasado participaron más de 2.000 personas y que van desde risoterapia a talleres de memoria.

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