Una incautación de algo más siete kilos de hachís en el barrio de A Carballeira el día 2 de diciembre del pasado año, tras seguir el hilo de un chivatazo, será juzgada próximamente en el Juzgado Penal 2.
En este procedimiento están acusados David D.Q. y el portugués Bruno Miguel R.P., presunto vendedor de la droga intervenida por el Grupo de Estupefacientes de la Policía Nacional. Ambos estuvieron en prisión tras ser detenidos, pero finalmente quedaron en libertad a la espera de juicio.
La acusación pública reclama cuatro años y medio de prisión para David, al que le aplica una agravante de reincidencia, y tres años y medio para el otro inculpado, además de multas de 90.325 y 88.444 euros, respectivamente.
A los agentes del Grupo de Estupefacientes de Ourense les había llegado días antes el recado de un confidente: posiblemente un vehículo con matrícula portuguesa iba a realizar una entrega de sustancias estupefacientes en la plaza de la Legión. El jefe de grupo optó por tener en cuenta la información y ordenó un dispositivo en las inmediaciones de la plaza de la Legión para registrar a todo coche con matrícula lusa que pasase por ese lugar. A golpe de jueves al mediodía, irrumpió un BMW serie 1 de color blanco. Los agentes, atentos a la jugada, observaron como el conductor estacionaba en la plaza, frente a un edificio del que salió un hombre que aguardaba su llegada y se sentó en el asiento del copiloto. Tras una charla de unos 15 minutos, ambos se apearon para abrir el maletero. Los policías intervinieron en el momento en que el que vieron a David coger una bolsa del maletero poco discreta por el color y las dimensiones. En la bolsa, según el atestado policial, había siete tabletas de hachís.
El juez de guardia autorizó ese mismo día el registro del piso del supuesto comprador en busca de más pruebas. Los policías localizaron dos bolsas con cogollos de cannabis y otra tableta de 97,6 gramos, además de 10.400 euros en efectivo.
El total de la droga aprehendida fue tasada en 45.139 euros.
Los letrados de los inculpados niegan el tráfico y alegan los problemas de adicción de sus clientes.
