La ciudad sigue perdiendo cada día 3,5 millones de litros de agua termal

"El Plan Estratégico Termal del Concello de Ourense, aprobado por unanimidad de todas las fuerzas políticas, es un sueño real". La frase, recogida en un documento del equipo redactor de aquel documento, es del año 2007, fecha en la que se le dio el visto bueno. Se cumplen ahora 14 años de aquella fecha, la propuesta sigue olvidada en un cajón y desde entonces prácticamente nada se ha hecho en materia termal. La ciudad ha perdido otro tren y carece de latido para tomar el siguiente. Al Concello ha llegado un alcalde, Jácome, que ha enterrado cualquier opción de progreso. "Es un bluf", dijo al referirse a estos recursos naturales. Cada día se vierten al Miño tres millones y medio de agua termal con temperaturas superiores a 50 grados que no son aprovechados. Aquel plan preveía un periodo de ejecución de diez años (hasta el 2017), con un presupuesto de 169 millones de euros "en inversión pública directa" de todas las administraciones. Las actuaciones previstas preveían captar "a 2.000 clientes potenciales al día", con una capacidad económica capaz "de crear mil nuevos empleos directos" desarrollando sectores como la geotermia, la cosmética, el agua embotellada y otras actividades relacionadas con los recursos hídricos de la ciudad. Un Centro de Investigación Termal, la formación especializada en el sector y la explotación de otras capacidades les llevaba a cifrar "en 5.000 empleos" el futuro termal de la ciudad. Se presentó en abril del 2007 en el Teatro Principal como un acontecimiento. Faltaba un mes para las elecciones municipales y los partidos acordaron dejar pasar los comicios y llevarlo a pleno en septiembre. Así fue: todos los grupos dieron el sí. Gobernaban ya PSOE y BNG, pero el plan lo había hecho el gobierno del PP de Manuel Cabezas. Aurelio Gómez Villar era concejal de Termalismo y recuerda hoy como un logro "el que se aprobase por unanimidad, entre otras cosas porque fue muy participativo, todos teníamos claro que el termalismo era de todos y para todos, nunca quisimos imponer nada y el acuerdo llegó". Fue un esfuerzo baldío. La iniciativa privada se fue ("había empresas interesadas en explotar la vieja cárcel", dice Gómez Villar) y los gobiernos posteriores se limitaron a colocar los carteles de "Ourense, cidade termal". El gobierno de Jácome reduce hoy a la insignificancia un sector que ya estaba en mínimos. La vieja cárcel sigue en ruinas, el solar de Xardín das Burgas sin explotar 21 años después del convenio urbanístico para un hotel de cuatro estrellas, la fuente termal del campo de la feria nunca funcionó, el balneario previsto en O Pino no salió del anteproyecto. Son solo algunos ejemplos de la incapacidad pública para desarrollar el termalismo. Arma arrojadiza Uno de los implicados en aquel Plan Estratégico Termal fue el profesor Pedro Araújo, geólogo y profesor de la Facultad de Ciencias. Subraya "la unanimidad con la que salió adelante", pero lamenta ahora que "en la actualidad el termalismo sea un arma de discusión política". Asume que aquel documento "puede ser mejorable, sin duda, pero habría que desarrollarlo". Ni su aprovechamiento turístico, sanitario o cosmético han interesado a los dirigentes de la ciudad en los últimos años. Tampoco la geotermia, otro de los potenciales de la ciudad, suscita excesivo interés, pese a que los proyectos que más respaldo están teniendo en la Unión Europea son los relacionados con la sostenibilidad, las energías limpias y los recursos endógenos. En Ourense, mientras, suena el ruido del agua. Son los 3,5 millones de litros desperdiciados hoy. Una buena parte de los recursos siguen ociosos en Ourense Según datos oficiales de la Xunta, Galicia cuenta con unas 300 captaciones de aguas termales dispersas por todo el territorio de la comunidad, con 21 balnearios con más de 3.000 plazas hoteleras, "con múltiples manantiales, pozas y casas de baños". La Asociación de Balnearios de Galicia sitúa siete de ellos en Ourense: Arnoia, Laias y Lobios (los tres de Caldaria), así como Baños de Molgas, Carballiño, Caldas de Partovia y Sousas. Pero en la actualidad el covid ha enfriado cualquier posibilidad de actividad en estos meses más allá de reservas testimoniales. En los últimos años también se han presentado documentos de los que se esperaba más recorrido. En noviembre del año 2014 la Xunta y la Diputación impulsaban un proyecto conjunto hasta el 2020 para "poner en valor turístico los recursos naturales y culturales de Ourense, estructurando la oferta, los recursos y los servicios de tal manera que conduzcan a la creación del destino Ourense, Provincia Termal". El saldo de aquella iniciativa no parece el deseado. En la presentación de aquel Plan de Turismo Termal el presidente de la Xunta, Alberto Núñez, indicaba que "Ourense recibió la bendición de una naturaleza con atributos que no se pueden comprar como una geología privilegiada" . La mayoría de esos recursos siguen aún ociosos, justo en el momento en el que es más difícil encontrar inversores capaces de ser seducidos por "las aguas milagrosas", como las definió Feijoo. Tampoco en la ciudad, donde ni siquiera hay seguridad jurídica urbanística para invertir.